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El deterioro del ecosistema

Las redes y nasas ilegales o abandonadas que pueblan el lecho marino aceleran su esquilmación

Biólogos, ecologistas y buzos alertan del cementerio de aparejos en que se han convertido las rías -Gardacostas recupera 8 kilómetros de rascos ilegales, y esto es solo un ejemplo de la presión a la que está sometido el mar

El buzo grovense Manuel Aguiño muestra restos de aparejos. // FdV

Gardacostas de Galicia recuperaba durante el fin de semana 8 kilómetros de rascos; una red de pesca que estaba ilegalmente calada entre las islas Sisargas y Cabo Prior. Es solo un ejemplo de lo que sucede en la costa gallega, pues a esto hay que sumar la frecuente recuperación de ingentes cantidades de aparejos de todo tipo -sobre todo miños y nasas- que suponen un castigo extra para los caladeros.

Y por si fuera poco, el fondo de las rías, tal y como denuncian biólogos, ecologistas y submarinistas, está plagado de artes de pesca abandonadas a su suerte, perdidas o descartadas, es decir, aquellas que rompieron y/o fueron arrojadas al mar, permaneciendo indefinidamente caladas en las profundidades y convertidas en trampas permanentes para todo tipo de especies, dando lugar a lo que se conoce como "pesca fantasma".

La esquilmación del medio marino de la que se habla habitualmente, tanto cuando se alude a la mortandad de bivalvos como cuando se lamenta la escasez de ciertos peces, cefalópodos y crustáceos, se ve evidentemente agravada por la presencia de dichos aparejos, cuya amenaza es equiparable a la que ejercen los furtivos que también operan a diario en las rías gallegas.

Como prueba de todo esto puede decirse que ayer la Consellería do Medio Rural e Mar informaba de que agentes de Gardacostas "decomisaron 8 kilómetros de red calada ilegalmente y sin identificar", a lo que se sumaba en otro operativo paralelo en la ría de Arousa el decomiso de cinco viveros de red, además de diferentes cantidades de nécora, camarón y centollo.

Pero es que hace solo siete días las mismas fuentes daban cuenta de la "expulsión de 66 personas" que faenaban ilegalmente, procediéndose al decomiso de 178 kilos de almeja, en Arousa y Ferrol.

Un mes antes habían sido decomisados 350 kilos de almeja ilegal en la lonja de Vilanova, mientras que en la zona norte de Arousa se identificaba a 18 furtivos; solo dos días después de que se hiciera lo propio con otras 14 personas.

Es interminable la relación de operaciones de Gardacostas, Policía Autonómica y Guardia Civil desarrolladas para luchar contra el furtivismo, y en muchas de ellas se alude a la citada localización de artes de pesca abandonadas o ilegalmente caladas en el mar, como sucedió esta vez con los rascos; una red de un solo paño que puede capturar buey, langosta, centollo y variados tipos de peces.

La situación es tan llamativa y tan preocupante, en lo que a presencia de esos aparejos se refiere, que incluso la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que las artes de pesca "abandonadas, perdidas o descartadas son un problema que preocupa cada vez más".

Este organismo destaca que las redes de enmalle, las trampas y las nasas de pesca son los principales causantes de la "pesca fantasma", acumulándose en el lecho marino y entre aguas tanto a causa de condiciones meteorológicas adversas que propician su rotura, como a otros "factores operacionales relacionados con la pesca, como el costo de la recuperación del arte", sin olvidar "los conflictos relativos a los aparejos, la pesca ilegal, el vandalismo y el robo".

Sean cuáles sean las razones por las que rascos, miños, nasas y demás útiles de pesca acaban abandonados en el mar, de lo que no hay duda alguna es de que sus efectos son evidentemente nocivos.

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