La Guardia Civil de Tráfico realizó ayer por la mañana un control de velocidad en Leiro (Ribadumia), y colocó el radar en un lugar inusual: entre dos contenedores de la basura. Así lo atestiguan los pocos conductores que circularon por esa carretera -la que une Mosteiro con Ponte Arnelas, limitada en una gran parte a 50 kilómetros por hora- y que se percataron de la presencia del artilugio "camuflado" entre dos bidones verdes, de recogida de restos orgánicos.

Expertos consultados señalan que las normas de tráfico no establecen la obligatoriedad de avisar de la presencia de un control de velocidad -como sí se hace en muchas carreteras o autopistas con los puntos fijos- ni a que estos estén en un vehículo estacionado en el arcén. Incluso aducen que en ocasiones estos dispositivos se colocan sobre trípodes, encastrados en las puertas laterales de automóviles o a bordo de un helicóptero, como ocurre con el reciente "Pegasus".

El controlador oculto entre los contenedores de la basura de Ribadumia estaba ayer en el lado derecho de la vía (sentido Ponte Arnelas), casi enfrente del bar que hay en esa zona, y en un tramo recto de carretera por el que es habitual ver a vehículos circulando a una velocidad superior a los 50 kilómetros por hora, a pesar de que hay algunas bandas de tacos como reductoras de velocidad.

Los conductores que se dieron cuenta de la presencia del radar señalan asimismo que había dos vehículos de Tráfico orientados hacia Ponte Arnelas -uno de ellos sin rotular, mientras que el otro era un todoterreno y estaba junto a la rotonda en la que se divide la vía hacia los puentes de Santa Marta y de Os Padriños-, aunque en el momento en el que pasaron no estaban poniendo ninguna sanción.

La PO-300 es una de las carreteras interiores con más tráfico de O Salnés, ya que es la utilizada por un gran número de vecinos de Vilanova, el rural de Cambados o algunas partes de Ribadumia para ir a Pontevedra. También es una vía de comunicación entre estos municipios y el de Meis.

Las sanciones por causas o en situaciones insólitas tuvieron hace 15 días un buen ejemplo en Poio, donde la Policía Local de este municipio impuso una decena de multas a conductores que supuestamente habían girado la cabeza más de 45 grados durante la conducción para mirar precisamente un radar. Esas sanciones provocaron una avalancha de críticas, y aunque los agentes manifestaron que habían hecho su trabajo correctamente, el Ayuntamiento decidió crear una comisión que investigará lo sucedido y que decidirá si deja sin efecto esas sanciones.