El plan integral de conservación los recursos galaico-romanos se ha salvado in extremis cuando el equipo de arqueólogos ya había empezado a recoger todos sus equipos y a "envolver" hasta nueva orden el yacimiento del Monte do Castro.

En plena faena de retirada se convocó de urgencia una nueva bolsa de contratación de auxiliares de arqueología y el primer examen se realizó ayer en las instalaciones de Príncipe Felipe.

Esto garantiza que en quince días, máxime tres semanas, se podrá volver al tajo en los diecisiete castros que se incluyen en el programa presentado por la Diputación hace seis meses. No habrá que suspender, siquiera, la autorización por un año de la Dirección de Patrimonio.

El problema se precipitó hace algo más de un mes cuando en el servicio de Contratación se percataron de que la brigada de arqueología cumplía dos años de contrato y la prórroga implicaba hacerles indefinidos. De ahí que se les comunicase el fin de actividad y a finales de la pasada semana tuvieron que abandonar el campo que desarrollaban a pleno rendimiento en el Monte do Castro. De este equipo solo quedan hasta final de mes los técnicos en arqueología y restauración, y becarios que participan en las labores de protección de los restos arqueológicos.

La próxima semana se celebra el segundo examen de los candidatos a esta bolsa de auxiliares de arqueología, una de las más codiciadas pues se han presentado nada menos que 80 candidatos, la mayor parte de ellos licenciados en esta disciplina.

Al proceso de selección acudió también personal que ha participado durante los dos últimos años en los trabajos de recuperación de los castros, unos profesionales que cuentan con una enorme experiencia en la materia.

Aunque son 17 los yacimientos que tienen asignados en este plan, el Monte do Castro es en estos momentos el buque insignia del equipo. La imagen que presentaba ayer era descorazonadora pues toda su extensión aparece cubierta por un manto blanco de geotextil, mallas de nylon (poliestileno) y sacos terreros con un fin conservacionista, para evitar que se pierda todo el trabajo de tres años de excavaciones en el tiempo en el que se paran los trabajos.

A la vista, se trata de un enorme envoltorio blanco cuya finalidad es impedir el deterioro que pueda sufrir este poblado de 2.500 años de antigüedad.

El arqueólogo provincial, Rafael Rodríguez se mostraba ayer pletórico, consciente de que ahora tiene otros dos años para actuar en los castros de Pontevedra. En los útimos meses, además de centrarse en los hallazgos de Ribadumia, se ha actuado en la tala de Castro Alobre (Vilagarcía), Adro Vello (O Grove) o Igrexa Vella (Valga), pero la relación abarca toda la provincia donde hay restos diseminados por casi todas las localidades.