La comunidades de montes son unas entidades muy heterogéneas. Así, las hay que cuentan con ingresos estables por el alquiler de terrenos para antenas de comunicación, aerogeneradores o instalaciones públicas, como la perrera provincial de O Castrove, que está en terrenos de Armenteira. Para otras la fuente principal de ingresos son los alquileres que cobran a las canteras. En este caso han visto muy mermadas sus ganancias desde el comienzo de la crisis debido al "pinchazo" de la construcción. En Paradela, por ejemplo, llevan algunos meses sin cobrar el alquiler de una de las canteras, que tiene dificultades por el descenso de la carga de trabajo. Un problema que no solo afecta a la comunidad, sino también a título particular a muchos vecinos que trabajan en esa empresa.

En András, por su parte, perdieron casi el 80 por ciento de su bosque en la oleada de incendios de 2006. Pero lograron vender la madera a buen precio tras la catástrofe, lo que les permitió disponer de un colchón que todavía ahora están disfrutando. Esta comunidad también ha realizado inversiones importantes en la parroquia y el monte. Hace unas décadas construyeron una traída de agua para la aldea que se abastece en los manantiales de Lobeira, y más recientemente abrieron una ruta de senderismo oficial y homologada, acondicionaron el mirador del Faro das Lúas y todo su entorno -les costó unos 60.000 euros- e invirtieron cerca de 40.000 euros en una repoblación de 15 hectáreas de frondosas, lo que significa algo más del 11 por ciento del bosque con que cuenta la comunidad.

En cuanto al precio de la madera, Antonino Martínez, de Armenteira apunta que "lleva tres o cuatro años estancado". En el caso del eucalipto, apunta que se está pagando por ella en torno a 30 euros la tonelada, mientras que por la de pino se puede pagar un poco más. Sin embargo "la demanda de ésta última cayó en picado por la crisis de la construcción".