El polígono Ribeira C se caracteriza por tener un número de bateas relativamente bajo, pero también por atesorar una riqueza formidable. Situado casi en la boca de la ría, a medio camino entre la costa de Ribeira y la de A Illa y O Grove, ese polígono cuenta desde ayer con nuevos inquilinos: 60.000 salmones introducidos en una jaula para su engorde y posterior comercialización.

La flota teme por el impacto de esta medida, pues creen los pescadores, los mariscadores y los bateeiros que el pienso, las hormonas y los antibióticos que deben emplearse para los salmónidos pueden tener consecuencias muy graves e irreversibles en la riqueza natural de las aguas arousanas.

Y cuando muestran sus sospechas explican que allí, donde está la jaula de cría de peces, hay "muy buena centolla". Ayer pudo comprobarse, ya que se abría la campaña. Varios barcos levantaban sus aparejos y subían a bordo formidables ejemplares de este crustáceo. "En esta zona siempre hay centolla buena", decían con orgullo mientras desafiaban al embravecido mar y a los intensos chaparrones.

También dicen en las cofradías que allí hay vieira y zamburiña en gran cantidad, a lo que añaden en otros pósitos que en el entorno del Ribeira C "se pesca mucho pulpo". El temporal de ayer no permitía realizar esas actividades, y además la flota estaba entretenida con la centolla, pero sí es cierto que en días más calmados son muchos los pulpeiros que se acercan a aquel espacio, como son numerosos los barcos, sobre todo de Cambados, que acuden en busca de la preciada vieira.

Este polígono bateeiro, como queda dicho, goza de gran riqueza, en buena medida por su estratégica situación, en el camino de las corrientes de entrada y salida de la ría, con lo que esto supone en cuanto a aportación de fitoplancton.

Pero cree la flota que la presencia de los salmones puede afectar a la actividad que allí se desarrolla y al conjunto de la ría, acabando, por ejemplo, con los bivalvos de uno de los bancos de libre marisqueo más importantes, el de Cabío. Éste también está relativamente cerca de la jaula de salmones, y allí trabajaban ayer numerosos rañeiros, alguno de los cuales también mostró su temor por la llegada de los salmónidos.

"¿Qué nos va a pasar?", preguntan ahora pescadores y bateeiros. Muchos se sienten engañados, otros critican el "absoluto oscurantismo", no falta quién eche de menos a los ecologistas y, al final , todos dicen estar preocupados por el futuro de una de las rías más ricas del mundo. El tiempo dará y quitará razones