Cestas navideñas para amueblar la casa
El asador O Remo sorprende a sus clientes sorteando un aparador y un sofá estas fiestas
![Patricia Cochón (dcha.) y Lupe Carballo, junto a las cestas. //GUSTAVO SANTOS](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/f48eb2ba-5fa5-491f-80ca-497b9dc9cade_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg)
Patricia Cochón (dcha.) y Lupe Carballo, junto a las cestas. //GUSTAVO SANTOS / A.L.
No es ninguna novedad a estas alturas: las cestas navideñas del popular asador O Remo de Poio causan sensación. Cada año sorprenden a sus clientes con una propuesta original y este 2023 no podía ser menos. En la entrada del restaurante ya están colocadas desde hace un par de semanas dos cestas gigantes para quedarse boquiabierto. Se trata de un mueble y un sofá, llenos de productos típicos que se consumen durante estas fechas y otros alimentos útiles en la despensa día a día. Todo un lujo para los afortunados que se las lleven.
Detrás de esta iniciativa se encuentra Patricia Cochón, dueña del asador, que ha contado con la colaboración de la cocinera Lupe Carballo.
En ambas cestas hay artículos de todo tipo: turrones, galletas, un jamón de cebo, patés, aceitunas, licores, sidra, chocolate, habas, pasta, vinos... y un largo etcétera, entre el cual no podía faltar la famosa salsa para el churrasco elaborada en su cocina. “Además, nuestros proveedores habituales también han aportado unos vales de productos”, añade Patricia Cochón.
Como era de esperar, la reacción de los clientes fijos, y los que no lo son, es muy positiva. De la sorpresa pasan rápidamente a firmar alguna de las casillas del sorteo para participar y cruzan los dedos para aparecer en la relación de ganadores que se publicará en el Facebook de O Remo tras el sorteo del Gordo de Navidad. “Tal y como está la inflación, normal que todos se ilusionen con que les pueda tocar, porque con esto llenas una cocina”, afirma la propietaria del establecimiento, que ya va por la segunda generación.
Una moto-bar, una butaca...
La imaginación de esta empresaria no tiene límite, puesto que el año pasado la cesta era una moto-bar, es decir, que sobre una pequeña barra montada sobre la moto se colocaron los artículos. También hubo un columpio, una butaca, un mueble-plancha... Y así durante una década ya.
Puestos a calcular el valor final de las dos cestas de este año, entre lo que costaron el mueble y el sofá, Patrica Cochón estima que se acercan perfectamente a los 1.500 o 2.000 euros.
“A la gente les gusta, de hecho como ya saben que las ponemos siempre a mediados de noviembre vienen para ver qué sorpresa les espera cada año”, concluye.
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