La esperanza de vida de los pontevedreses cae casi dos años por la pandemia y se sitúa al filo de los 83

La crisis sanitaria puso freno a un incremento continuado de al menos dos décadas de la edad media a la que se producía el óbito de los vecinos de la ciudad y que llegó a ser en 2019 de 84 años y medio, la más alta de la historia

Un hombre de avanzada edad descansa en un banco en A Ferrería.

Un hombre de avanzada edad descansa en un banco en A Ferrería. / GUSTAVO SANTOS

¿Ha influido la irrupción del COVID-19 en la esperanza de vida de los pontevedreses? Los datos estadísticos parecen dejar claro que sí. Tras casi dos décadas con tendencia al alza en cuanto a las expectativas de vida de los nacidos en la ciudad del Lérez, en 2019 se había alcanzado la cifra más elevada registrada hasta ahora por el Instituto Galego de Estatística: La media de los nacidos en la Boa Vila era de 84,53 años de vida.

Sin embargo, la irrupción del coronavirus deja un descenso en la esperanza de vida de casi dos años, que poco a poco, gracias a las vacunas y al control de la crisis sanitaria, parece que se va atenuando. En 2020, año de la aparición del COVID, la esperanza de edad cayó hasta los 82, 75 años. Hay que remontarse más de una década, a 2009, para encontrar una perspectiva de mantenerse vivo más baja entre los pontevedreses (82,53 años).

Tras el COVID, Pontevedra regresa a cifras de esperanza de vida de 2009

En 2021, según los últimos datos publicados por el IGE recientemente, este indicativo mejoró unas décimas hasta los 82,81 años tras las medidas de contención de la crisis. Con todo, son casi dos años menos frente a los 84,53 años del 2019. La recuperación de la esperanza de vida es mayor y más rápida entre las mujeres que los varones. Las féminas, que ya eran más longevas, consiguieron recuperar en un año casi un año de vida hasta situarse en una media de 85,99, frente a los 84,93 de 2020. En 2019 habían llegado a alcanzar una edad media de fallecimiento superior a los 87 años, frente a los 81 de los varones. Los hombres, sin embargo, siguen empeorando su media en 2021, que es peor que la de 2020 y registran una esperanza de vida de 79,38 años, cayendo por vez primera en seis años por debajo de los 80 años de edad. Para encontrar una media menor hay que remontarse de nuevo a 2009 (79,91 años).

Si bien el impacto del COVID puede ser la causa fundamental de este descenso de la esperanza de vida, también hay que señalar que aún así (pandemia incluida), la esperanza de vida es ahora casi tres años mayor que hace dos décadas. En 2002 la media de los fallecidos era de 79,93 años.

La esperanza de vida en los hombres crece cuatro años y en las mujeres, solo dos

Entre los hombres, la esperanza de vida creció casi cuatro años entre 2002 y 2021, al pasar de una media de 75,84 años a los 79,3 actuales en los que se produce el óbito.

Entre las mujeres esta cifra pasó de los 84,05 a los 85,99 años.

¿Y cuál es la situación de la ciudad del Lérez con respecto a las otras urbes gallegas? En cuanto a la esperanza de vida, es la tercera con una menor longevidad. Los peores datos son para Ferrol, donde este indicador cayó con la pandemia hasta los 81.04 años. Le sigue A Coruña con 82,64 y después Pontevedra con su media de 82,81 años. Ourense alcanza los 82,91 años y los que mejores perspectivas tienen son los vigueses, con una media de vida de 83,54 años, Santiago con 83,58 y Lugo con 83,76 años.

En cuanto al descenso de la esperanza de vida desde la irrupción de la pandemia y la crisis sanitaria, Pontevedra es la segunda ciudad gallega con una mayor caída en la esperanza de vida. Son 1,72 años menos, solo superada por los 2,06 de Ferrol. En Santiago la edad media de fallecimiento bajó 1,15 años, en A Coruña 1,55; en Vigo 0,96 y en Lugo apenas algo más de medio año (0,66).

Más longevidad en Lugo

Las mujeres de Lugo son las más longevas de Galicia entre la población de las siete grandes ciudades, mientras que las ferrolanas las que menos con 83,68 años.

Entre los varones, los que tienen mayores expectativas de vida son también los lucenses, con 80, 38 años, y los que menos los ferrolanos, con 78,07. Los pontevedreses viven una media de 79. 38 años.

La Boa Vila también sitúa su esperanza de vida al nacer por debajo de las medias gallegas y de la provincia. La primera era en 2021 de 83,4 años y la segunda de 83,6.

Entre los hombres las perspectivas son de alcanzar los 80,4 años y enter las mujeres gallegas esta cifra aumenta más de seis años, hasta los 86,7 años, según el Instituto Galego de Estatística.

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Según los datos facilitados por el Sergas desde marzo de 2020 y hasta el pasado jueves, en el área sanitaria han fallecido un total de 354 pacientes a los que se les diagnosticó una infección por COVID-19. El análisis por edad indica que casi siete de cada diez fallecidos superaban los 80 años edad. El abanico de edad con más afectados es el de la población situada entre los 80 y 89 años con un 39 por ciento de las víctimas mortales. Algo lógico teniendo en cuenta que es una población más numerosa que aquella que se sitúa entre los 90 años o más y que sumó un 25% de los fallecidos por este virus. Otro 22,6% de las muertes fueron entre personas de más de 70 años y hasta los 79. A partir de ahí, los porcentajes bajan bastante y la población parece mucho menos vulnerable al coronavirus. El 8,5% de los decesos fueron de personas de entre 60 y 69 años y un 3,4% de entre 50 y 59 años. No hay constancia de fallecidos entre los 40 y 49 años y sí dos casos de menores de 39 y 29 años de pacientes que ya presentaban patologías previas. No hay ningún fallecido menor de 20 años de edad con relación a este virus, según los datos del Sergas. Por género, el virus dejó un mayor número de víctimas mortales entre las mujeres que los hombres, un 54,8% eran féminas.

El número de curados asciende ya en el área sanitaria a 77.795 pacientes de un área sanitaria de casi 300.000 pacientes y esto en lo que respecta a casos notificados a Sanidade, por lo que es probable que gran parte de la población ya haya superado el virus en Pontevedra y O Salnés en alguna ocasión. Desde que se inició la crisis sanitaria, el área realizó 871.921 pruebas para la detección del virus de distinto tipo, una cifra a la que hay que sumar los autotests realizados por la población en sus casas a lo largo de los últimos meses.

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