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Un “ultra-reto” para luchar contra la esclerosis múltiple

La preparadora física marinense Raquel Carragal se lanzará de nuevo a correr 100 kilómetros sin parar para visibilizar la dolencia

Raquel Carragal, preparadora física, en su establecimiento de Marín. // FDV

A Raquel Carragal (Marín, 1977), preparadora física de vocación especializada en la readaptación de lesiones, conocer de primer a mano los efectos de la esclerosis múltiple a través de sus pacientes le dio un nuevo propósito vital. Ahora, tras completar en 2021 un total de 100 kilómetros del tirón para visibilizar la enfermedad, prepara su próxima aventura, con una nueva “ultracarrera” a mediados de 2023 para seguir apoyando al colectivo de afectados por la esclerosis, una dolencia neurológica crónica sin cura que en Galicia sufren casi 4.500 personas, según datos de la Federación Galega de Esclerose Múltiple (Fegadem).

“Tengo pacientes con esclerosis múltiple y con uno de ellos, con el que empecé a trabajar con esta enfermedad, se dio una situación de animarnos y decir: venga, hay que esforzarse, si tú haces esto yo hago lo otro. Fue un pique en el que acabé pensando que había que hacer algo por la esclerosis, porque al final vas sumergiéndote en lo que es la enfermedad y te das cuenta de que hay muchísima gente afectada por ella”, explica.

Ese reto sano se acabó convirtiendo en varias carreras a pie de larga distancia, en las que Carragal optó por recaudar fondos además de visibilizar los efectos de la esclerosis en pacientes y familias. Fue en su primer intento, en mayo de 2020, cuando la readaptadora marinense experimentó el apoyo de la gente de forma notable en su aventura ininterrumpida entre Pontevedra y Santiago.

Carragal ya completó carreras de 80 y 100 kilómetros en 2020 y 2021

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“En mi primer intento recaudé fondos para una fundación catalana (GAEM) que se dedica a hacer estudios de medicamentos para la esclerosis. Mi mentalidad fue de poner un kilómetro un euro, pues todo lo que se consiga… si conseguimos 70 euros, estupendo, si conseguimos 100, fenomenal. Mi sorpresa fue que pasaron dos días y me llamaron para decirme que llevaba mucho más dinero, que habíamos recaudado más de mil euros. No me lo podía creer. Fue para mí, más enriquecedor de lo que yo pude haber ayudado al resto. Venían niños con sus huchas a mi sitio de trabajo para donar”, recuerda.

En ese sentido, con carreras que superan la extensión de dos maratones, reconoce que la preparación física para acometer estos retos ocupa gran parte del año.

“Sin ir más lejos, voy a hacer un 100 [kilómetros] por la esclerosis entre abril, mayo y junio del año que viene, cuando empiece el buen tiempo, y ya empecé la preparación ahora, en octubre. Tengo que empezar a sumar kilómetros, trabajo de fuerza, muy específico. Para prepararlas suelo estar nueve o diez meses, siempre hago dos meses de descanso con trabajo suave y después cardio, natación, fuerza, voy alternando”, explica con respecto a sus planificaciones.

Elección de la ruta

En esta ocasión, todavía le falta por determinar qué ruta se plantea completar.

“Tengo varias opciones. Me encanta la Ruta dos Faros [une Malpica con Fisterra], que ya la quise hacer este año pero me eché atrás. También está la posibilidad de hacer los 100 kilómetros en la península do Barbanza, que también es una zona increíble y preciosa, pero a ver cómo está en 2023 con los incendios. También me gustaría unir Sarria con Santiago, que son más de cien kilómetros. Ahí se me quedó la espinita clavada al hacer ochenta”, rememora, entre risas.

"Para prepararlas suelo estar nueve o diez meses, siempre hago dos meses de descanso con trabajo suave y después cardio, natación, fuerza, voy alternando"

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Como parte del entrenamiento, Carragal no duda en poner énfasis en la fortaleza mental necesaria para llevar a cabo esta prueba de resistencia de gran recorrido. “El nivel mental, en una carrera tan larga, es que llegas a punto en el que te tiene que gustar. La gente que corre maratones te habla del muro, que se produce cuando llegas a los 38/40 kilómetros. En este caso, cuando llegas al kilómetro 70 más o menos, a nivel psicológico te hundes. Por mi experiencia, te coincide que está amaneciendo y llevas toda la noche sin parar, con frío. Es como una lucha interna. Puedes estar físicamente al 200% pero si la cabeza te falla no tienes nada que hacer”, recuerda.

Sin embargo, más allá de la unión entre cuerpo y mente, es la causa que defiende lo que le motiva a afrontar los momentos más duros de la carrera. “A nivel mental, siempre digo que cuando las piernas me fallan, lo que corre es el corazón. Porque es una pasada ver que la gente viene a verte o te escribe, que si no lo hace el paciente pues lo hace un familiar. Al final, es una enfermedad de la que no hay visibilidad. Evidentemente todas las enfermedades son malas, pero por suerte esta no me toca muy de cerca. La gente me pregunta por qué lo hago si no tengo ningún familiar afectado. Simplemente soy de las personas que cree que todos tenemos que ayudarnos. Si todos hiciéramos eso, el mundo sería mucho mejor. ¿Es de locos? Sí, pero es una forma de aportar mi granito de arena”, argumenta.

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