El Demo regresa mañana a Pontevedra. Lo hará con humor, trastadas y música, mientras que los más pequeños intentarán tirarle del rabo o robarle el tridente.
La salida del popular personaje fue recuperada en el año 2001. “Ya superó las dos décadas de celebración”, indican desde el Concello, “lo que evidencia su buena acogida y su establecimiento total en la programación de verano”.
El Demo y su séquito saldrán de los arcos de San Bartolomé a las 12.30 horas. A continuación él y sus compinches se dedicarán a hacer el mal, a través de burlas y trastadas varias, pero tendrán que enfrentarse a los niños, que no dejarán pasar la oportunidad de tirarle de la cola.
A partir de las 20 horas habrá una segunda salida para realizar de nuevo su recorrido por las calles y plazas, “por si algún pequeño y demás ojos curiosos de la Boa Vila perdieron la oportunidad por la mañana”, indican los portavoces municipales.
Por su parte, la plaza de José Martí será escenario a partir de las 21 horas del concierto de San Bartolomé y media hora más tarde arrancará la Foliada do Demo con Os Chichisos en la plaza de Curros Enríquez.
“La Festa do Demo y sus 21 años de historia simbolizan el éxito evidente que supone la recuperación de festividades y celebraciones tradicionales, prohibidas o perdidas en su momento”, indican las mismas fuentes, que señalan a esta celeración como “un ejemplo de ese folclore popular tan nuestro, que es necesario mantener vivo en el tiempo, al demostrar su vigencia a la hora de ofrecer diversión y festividad en los tiempos actuales, mostrando una preocupación por la etnografía pontevedresa”.
En su día, recuerdan los portavoces de la Concellería de Festas, “la recuperación de esta cita fue una labor de investigación de enorme interés a la par que compleja, ante la dificultad de encontrar información sore la celebración en sí”. El rastreo principal, añaden, se llevó a cabo a través de “Pontevedra, boa vila”, una obra que “cuenta con un texto de Vicente Risco y un par de ilustraciones de Agustín Portela”. También ayudaron los vecinos, convertidos en fuentes orales que relataron quién era Dominguiños, un pontevedrés que a mediados del pasado siglo siempre ejercía de demonio”.
Explican que Domiguiños “era un antiguo aprendiz de electricista, después vendedor de décimos de lotería, pero recordado en la memoria popular por ejercer de Lucifer llegado el momento adecuado, en el que niños y niñas huían, aunque también sabían que podían obtener algún que otro regalo de él en forma de caramelo”.
