La vida es el mayor espectáculo del mundo: los afectos, las risas, la buena comida o los reencuentros, como los que se vieron durante la jornada de este lunes en la romería de San Benito, recuperada por fin a lo grande tras las limitaciones ligadas a la pandemia. El regreso fue multitudinario, aunque no se igualaron las cifras anteriores a la crisis sanitaria, y de nuevo convirtió el monasterio de Lérez en uno de los epicentros festivos de Galicia.
Hasta la parroquia pontevedresa se desplazaron autobuses de fieles procedentes de distintas comarcas del país y del norte de Portugal. Con ellos, fueron mayoritarios los vecinos del entorno de Pontevedra, muy especialmente de Lérez, que volvieron a acompañar a su pequeño santo adornado de billetes en la procesión.
“Por el COVID el aceite ya no se puede poner en los envases que traen los fieles”, explican en la parroquia, de modo que el óleo “se quema en la lámpara dentro de la iglesia, después se bendice y se envasa, que es lo único que cobramos, la botella”.
El desfile religioso fue el colofón a una intensa mañana en la que se sucedieron las misas desde primera hora. A mayores de asistir a los oficios, los fieles renovaron los ritos ligados al santo, como pasar por debajo del altar o acariciar con pañuelos y estampas la imagen. Con todo, el principal volvió a ser la recogida del aceite que se quema en la lámpara del monasterio y que según la tradición es un remedio infalible para las enfermedades de la piel.
“Por el COVID el aceite ya no se puede poner en los envases que traen los fieles”, explican las encargadas del reparto, de modo que el óleo “se quema en la lámpara dentro de la iglesia, después se bendice y se envasa, que es lo único que cobramos, la botella”.
La fiesta recuperó sus imágenes más tradicionales, a la cabeza las rosquilleiras, pulpeiros, puestos de alimentación, velas y exvotos, que rodearon la iglesia. A las 13 horas no había una plaza disponible en la Polbería Porta, ubicada en el atrio
Así, los fieles pudieron hacerse con las pequeñas botellas con el aceite del “máis milagreiro” tras abonar 1 euro. No se trata con todo del único recuerdo que los romeros se llevan de San Benito, que cuenta con todo un merchandising de productos. “Lo que más nos piden son las cruces del santo”, indican a FARO las responsables del puesto, que despachan continuamente cruces del “milagreiro” (a 1 euro), estampas plastificadas (50 céntimos) o pulseras y rosarios (entre 4 y 10 euro). También destaca el éxito de las placas de coche y los libros sobre la historia del monasterio, el más reciente de los cuales ya estaba agotado a mediodía.
Y es que tras un tibio inicio el monasterio registró un pico de afluencia alrededor de las 11 horas, con numerosos grupos de fieles y turistas. La gran mayoría acudió a recoger el aceite, en unas dependencias del monasterio en las que también podía contemplarse la pila de exvotos de cera que los romeros depositan para agradecer o pedir la intercesión del santo.
Precisamente en esa misma sala se situaron el Libro de Peticiones y el Libro de Acción de Gracias a San Benito. “Salud para toda mi familia y para mí, que todo este mal que padezco desaparezca y el bicho se vaya para siempre”, “Que se le cure el pie a Bruno y que las nenas estemos bien. Paz y salud para todos” o “San Benito querido, venimos a ti, danos salud, paz y amor a todos” o “Gracias San Benito que nos deas traballo e saúde para toda a miña familia” son algunos de os mensajes que escribieron los romeros durante esta mañana.
La fiesta recuperó sus imágenes más tradicionales, a la cabeza las rosquilleiras, pulpeiros, puestos de alimentación, velas y exvotos, que rodearon la iglesia. A las 13 horas no había una plaza disponible en las grandes mesas de la Polbería Porta, ubicada en el atrio del monasterio y donde se dieron cita cientos de comensales que cumplieron con la tradición de subir a Lérez a saludar al santo y tomar el pulpo disfrutando de las vistas sobre el río Lérez.
En la playa fluvial el ambiente no era menor pero, como en el caso de las visitas al monasterio, no se igualaron los niveles de la prepandemia. Con todo, fueron cientos los pontevedreses que acudieron a la mejillonada popular en las riberas del Lérez
Unos metros más abajo, en la playa fluvial, el ambiente no era menor pero, como en el caso de las visitas al templo, no se igualaron los niveles de la prepandemia. Con todo, fueron cientos los pontevedreses que se desplazaron hasta las riberas del Lérez para disfrutar de la mejillonada popular que celebró el Concello.
El circuito de recogida funcionó con agilidad y posibilitó el reparto de unas 1.500 raciones de mejillones y un total de 120 empanadas, que fueron distribuidas gratuitamente entre los asistentes
El circuito de recogida funcionó con agilidad y posibilitó el reparto de unas 1.500 raciones de mejillones y un total de 120 empanadas, que fueron distribuidas gratuitamente entre los asistentes. “Veñen con fame”, bromeaba uno de los encargados de las degustaciones a propósito del buen ambiente.
Un año más, las familias con niños y también con sus mascotas y los grupos de amigos fueron el público mayoritario, que no tuvo necesidad como en otras ediciones de buscar sombras dada la niebla que presidió casi toda la mañana. Así, pudieron almorzar sobre el césped o en la misma playa.
A mayores de la mejillonada promovida por la Concellaría de Festas, que fue amenizada por los Gaiteiros das Rías Baixas y Os Alegres, los asistentes celebraron numerosos “xantares” en las mesas habilitadas bajo una carpa en la playa fluvial. Ésta recibió a cientos de comensales. Éstos pudieron elegir entre una sabrosa oferta de churrasco a la brasa, sardinas asadas y pulpo.
A media tarde tomaron el relevo musical las Pandeireteiras do Val de Quireza y Os Alegres, que amenizaron la larga sobremesa con la que los romeros (al menos los que no acudieron por la noche a la verbena en el atrio) despiden a estas horas un precioso día con el que celebrar el reencuentro con la familia y los amigos, esos de los que nunca nos queremos despedir.