Unas cuentas perforadas de caracol marino encontradas en la Cueva de Blombos, en la costa del cabo sur de Sudáfrica, con una antigüedad de 75.000 años, son el primer inicio del que tenemos constancia del uso de joyería en grupos humanos. Milenios después, las alhajas siguen fascinando, como prueba la clientela fiel de los talleres artesanos de Pontevedra.
Aguamarinas, citrinos, morganitas, topacios o esmeraldas son algunas de las bellezas con las que trabaja desde Pontevedra El Taller de Joyería Caruncho&Kodina, un proyecto centrado en la creación de joyas a la carta.
Sus responsables también trabajan en la “transformación de piezas antiguas y realización de joyas exclusivas y personalizadas mediante diseños propios”, explican desde este taller ubicado en la calle Rosalía de Castro del que han salido sofisticadas joyas como la pieza que viajó con la delegación española a la feria “Heya” en Qatar y que empleó el atelier Boüret como complemento de uno de sus vestidos.
Brazaletes, anillos o medallas en las que las madres pueden grabar los dibujos de sus hijos son otras de las propuestas “a medida” de cada cliente en El Taller de Joyería.
“Hay un bum de la joyería hecha a mano y la personalizada”, reconoce Inés Morgade, al frente de Raissa, “porque la gente busca alternativas para salirse un poco de la multimarca, se interesa por cosas con un poco más de diseño y diferentes”.
En este taller especializado en joyas de autor “somos nosotros quienes diseñamos todas las piezas y todo nuestro trabajo es manual”, indica Inés Morgade. El obrador está situado en A Estrada y de él salen los diseños que se venden desde el pasado mes de diciembre en esta tienda de la calle Daniel de la Sota.
"Lo que distingue a una pieza excelente de otra más convencional es la calidad de la piedra. Ahí es donde ver el valor de la pieza, por eso estamos siempre buscando piedras que sean diferentes, muy especiales”, explica Irene Morgade, al frente de Raissa
Todo el proceso de elaboración es artesanal y siempre trabajan con piedras naturales, como aventurinas, calcedonias, perlas keisi, corales o turquesas. “Siempre trabajamos con materiales de primera calidad y consideramos que lo que distingue a una pieza excelente de otra más convencional es la calidad de la piedra. Ahí es donde ver el valor de la pieza, por eso estamos siempre buscando piedras que sean diferentes, muy especiales”, explica.
A esa selección de materiales se añade que “todo el trabajo es manual, hasta el último acabado”, explica la joyera que, como otros talleres artesanales, atiende fundamentalmente a clientes “de un segmento medio-alto” que han recibido con mucho interés sus propuestas. “Abrimos hace cuatro meses y la verdad es que estamos acertando mucho con el gusto del cliente, parece que está gustando mucho nuestro producto”.
A la exhaustiva selección de materiales y piedras se añade, indican los artesanos, que “todo el trabajo es manual, hasta el último acabado”. Se busca producir piezas pensadas básicamente para clientes “de un segmento medio-alto”
A mayores de las piezas diseñadas en el taller, también atiende “pedidos personalizados, para clientes que quieren una pieza especial y que la hacemos sin problema porque trabajamos con oro, oro blanco, amarillo o plata, siempre metales nobles, con los que podemos hacer una pieza singular, por ejemplo con un diamante”.
Los materiales y un proceso tan exclusivo tienen su precio. “Son piezas que tienen su coste porque requieren mucho tiempo, por ejemplo el anudado de las piedras o elaborar la estructura, son trabajos que requieren muchas horas y por eso tenemos que pensar en un tipo de público del segmento medio-alto que pueda pagar esta calidad y el precio de los materiales”.
Para los bolsillos menos afortunados, estos talleres también proponen piezas no tan costosas pero igual de exclusivas, a fin de que el precio sea el mayor obstáculo para disfrutar de estas sofisticadas joyas de autor.
