Los vecinos de la manzana de Sagasta están más que hartos. Cada fin de semana la historia se repite: cientos de jóvenes se concentran en esta calle y las aledañas para acceder a una conocida discoteca y los que no lo logran, por cuestiones de aforo, hacen vida social en plena vía pública, donde beben, hablan a viva voz y llegan a protagonizar altercados.

El ruido, la basura que generan y, sobre todo, los orines en los portales de las inmediaciones provocan un gran malestar en la gente que vive en los edificios afectados. Y así hasta altas horas de la madrugada, una situación que se ha recrudecido desde que se levantaron las restricciones de la pandemia del COVID.

“Cada fin de semana es igual: los gritos, las peleas, las meadas en nuestro portal y los de al lado... son continuos. Estamos muy hartos y llamamos a la Policía Local y nos responden que todos los agentes están ocupados. Intentamos dormir, no lo conseguimos y cuando nos levantamos al día siguiente y salimos del portal se nos cae el alma al suelo: restos de orina, tampones, basura, vómitos...”, explica un vecino de la calle Joaquín Costa.

“Cada fin de semana es igual: los gritos, las peleas, las meadas en nuestro portal y los de al lado... son continuos"

Esta es una de las vías más afectadas, además de la propia Sagasta, junto con Cruz Gallástegui, Fray Juan de Navarrete y Castelao.

El panorama que se encuentran es tan deprimente que muchas veces son ellos mismos los que optan por limpiar y baldear la entrada a sus propios portales y garajes.

Obviamente, se producen momentos de tensión cuando los vecinos se dirigen a sus portales y se encuentran a los jóvenes orinando en ellos, pero también cuando se disponen a entrar en los garajes, ya que los grupos invaden buena parte de la calzada.

Es por ello que piden más presencia de las policías Local y Nacional en la zona, “a ver si ponen un poco de orden, porque así no podemos vivir”.

Uno de los garajes de Cruz Gallástegui con heces humanas. | // FDV

Precedente en el casco viejo

Esta situación no es nueva en la ciudad, ya que las mismas quejas son las que esgrimen los vecinos del casco histórico, también afectados por el ocio nocturno. Para garantizar la convivencia, el Concello decidió reabrir recientemente el “botellódromo” de la explanada del Recinto Ferial y conseguir que los jóvenes abandonasen la zona monumental, algo que se ha logrado en gran medida.

El problema de las molestias ocasionadas por el ocio nocturno ya había quedado solucionado en su momento, hace más de una década, cuando se inauguró el citado “botellódromo”.

“El derecho al descanso es mucho más importante que el derecho a la diversión, que se puede trasladar a otro lado”, afirmaba hace unos días a FARO Miguel Lago, presidente de la asociación de comerciantes de la zona monumental, CCUZM.