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Los negocios del Camino despegan

Souvenirs y productos delicatessen resisten a la crisis como un símbolo “esperanzador”

Uno de los comercios a los que acuden los caminantes, en la calle Peregrina. | // RAFA VÁZQUEZ

Carla y Marcos descienden a buen ritmo la calle Real de Pontevedra. Parece mentira que a sus espaldas carguen con más de diez kilos de peso. Dos mochilas que fueron creciendo a medida que avanzaban y que ahora que se acercan a la meta parecen estar a punto de rebosar. No solo almacenan ropa u objetivos personales, sino un montón de recuerdos y tesoros necesarios para no olvidar nunca la aventura emprendida, las historias compartidas o la belleza de los lugares visitados. El camino a sus espaldas suma ya 250 kilómetros y diez etapas a sus pies. Quedan tres días para llegar a Santiago de Compostela y todavía hay tiempo, ganas y espacio para unos cuantos “agasallos” más.

Y es que la flexibilización de las restricciones al movimiento de personas y el hecho de tratarse de Año Santo parecen ser razones suficientes para que se produzca un despegue en el número de peregrinos. A su paso por el número 13 de la monumental rúa, ahora engalanada con estandartes referentes al Camino, sus ojos se detienen frente al colorido escaparate de la tienda de delicatessen Mimate. Desde el local confirman que “el flujo de caminantes parece reactivarse, sobre todo en comparación con el pasado año 2020” y también aseguran que “ya se nota la llegada de extranjeros, también del otro lado del Atlántico, desde mexicanos a estadounidenses”.

En cuanto al nivel de gasto, no pueden referirse a un incremento “ni mucho menos a una equiparación” con años anteriores a la pandemia, ya que “la gente mira mucho ahora por su economía, algo comprensible con esta crisis, y evitan gastarse diez euros si pueden conseguir un detalle por tres o cuatro”, explican. En cuanto a los productos más demandados “los peregrinos optan por objetos pequeños y que puedan consumir en su viaje para evitar sobrecargarse durante el trayecto”. Así, las galletas o pastas, igual que las botellas en versión reducida de licor café son los productos estrella, aunque desde el local destacan “un gran interés de los extranjeros por el turrón, que demandan incluso en verano”.

Desde Nikis Galicia, en la calle Peregrina, la esperanza es la tónica dominante: “nosotros abrimos en diciembre, y aunque no podemos comparar las ventas con el año 2020, estamos contentos, sobre todo después del invierno en el que las ventas se resienten más”, indican.

Los otros negocios del Camino, al margen de albergues y hostales, continúan así resistiendo el envite de la crisis , tratando de agarrarse a una mejoría que aguardan constante y a la espera de tiempos mejores.

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