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El avance de la pandemia no cesa y Primera jornada en nivel alto y las consecuencias en la hostelería

Interiores casi vacíos y terrazas a medios gas con el cambio de restricciones

Marcelo Olgado, jefe de sala del Cambalache, verificando los certificados presentados por unos clientes para acceder al interior del local. Santos Álvarez

“Sin la pauta completa de vacunación, el certificado de haber pasado la enfermedad o con una PCR o test de antígenos negativos con 72 horas de antelación no pueden acceder al restaurante. Son las nuevas normas que nos impone la Xunta con el cambio de nivel”. En apenas cinco minutos, Marcelo Olgado debe repetir esta información a dos grupos diferentes de personas que en el entorno de las 14.00 horas de ayer acudieron al Cambalache con la intención de reservar una mesa para comer en el establecimiento y que finalmente se tuvieron que marchar, visiblemente molestos, por no poder entrar. “Y así cada vez que llega un cliente, que ya no sabemos si volverá por lo violenta que es la situación para ellos y para nosotros”, indica.

La hostelería de Pontevedra vivió ayer la entrada en vigor de las nuevas restricciones con “tensión”, con frustración por tener que “estar haciendo de policías” y rechazar clientes y con las interiores casi vacíos y las terrazas a medio gas, al menos en el horario de la comida.

Un paseo por el centro histórico de la ciudad bastaba para comprobar que en los interiores de los establecimientos apenas había clientela, mientras que en las terrazas sí se podía ver más gente, pero haciendo números para resguardarse de la lluvia.

La situación es tensa para nosotros, ya que tenemos que comprobar que las personas que entren tienen el certificado

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El jefe de sala del Cambalache en Pontevedra daba ayer su opinión al respecto señalando que, “para empezar, tuvimos que llamar a las personas que habían hecho reservas para este fin de semana y explicar la nueva normativa. Y ahora estamos en fase experimental, a ver cómo va la jornada con los clientes, porque la situación es tensa para nosotros, ya que tenemos que comprobar que las personas que entren tienen el certificado y, ¿cómo podemos saber que no es falso o qué le digo si compruebo que no es válido? Si ya no les gustaba lo de tener que dejar sus datos para el registro por si se detectaba un positivo en el local, esto menos”.

Marcelo Olgado reconoce que este sistema es mejor que cerrar a cal y canto, pero critica que “la Xunta no nos haya facilitado por lo menos unos lectores que nos verifiquen que los documentos de los clientes son correctos, algo que se hace en otros países de Europa”.

Ya llevamos un año y medio con esta pandemia y creo que es tiempo suficiente para que se adopten una serie de medidas, como puede ser facilitar un lector QR y poder comprobar este tipo de cuestiones

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En este sentido, el responsable de este restaurante de Pontevedra afirma que las nuevas restricciones suponen también una carga extra de trabajo y asegura que “nos dan más trabajo las explicaciones que tenemos que darle a los clientes que atenderlos en el local. Además, como cada semana va cambiando la situación, la gente está todavía más confundida y somos nosotros los que pasamos el trabajo de explicárselo. Ya llevamos un año y medio con esta pandemia y creo que es tiempo suficiente para que se adopten una serie de medidas, como puede ser facilitar un lector QR y poder comprobar este tipo de cuestiones”, destacó Olgado.

Por otra parte, el encargado del Cambalache apuntó que “al final es el hostelero el que tiene que hacer de todo: de rastreador, de policía, tomar medidas en su local, etc, y al final en la calle no vemos nada de esto, porque hay aglomeraciones de gente, un ocio nocturno como si no hubiera pandemia y demás”.

Cancelación de reservas

Un poco más arriba, en la misma calle de Cobián Roffignac, el gerente de La Tagliatella recibe a los clientes en la entrada del local y les explica cuál es el certificado que deben mostrarle para poder acceder al interior de su restaurante. Carlos Calguiarce asegura que desde el anuncio del cambio de restricciones en la hostelería, “el 90% de las reservas nos las anularon, bien porque no les dio tiempo a hacer la PCR, porque les falta el certificado o porque están pendientes de la segunda dosis. Además, hubo a muchísima gente a la que les tuvimos decir que no podían entrar en el restaurante, al faltarles estos documentos... Lo que tengo claro que en un día como hoy (por ayer) que podríamos facturar unos 2.500 euros, será una suerte si llegamos a los 500 euros”.

Hoy podríamos facturar unos 2.500 euros, pero será una suerte si llegamos a los 500 euros

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Por otra parte, el encargado de La Tagliatella en Pontevedra destacó que el 50% de la gente que se acercaba por su establecimiento para reservar mesa para comer no estaba enterada de los nuevos requisitos para acceder al interior de los locales hosteleros.

“Para nosotros esta situación supone un doble trabajo, porque la mayoría de la gente desconoce las nuevas normas y tenemos que explicárselo a cada persona que entra por la puerta y, por otra parte, supone el triple de perjuicio porque implica que la facturación se resiente”, apuntó Carlos Calguiarce.

El responsable de este restaurante italiano afirmó que esta situación es para ellos “inviable” y añadió que, en plena temporada alta, “con estas medidas la facturación va a bajar drásticamente a partir de ahora, cuando en un contexto normal tendríamos que estar trabajando a un ritmo alto”, concluyó.

El tiempo no ayuda

Sumado a la entrada en vigor de las nuevas medidas dictadas por la Xunta, las condiciones meteorológicas tampoco fueron de gran ayuda para los hosteleros de Pontevedra. Frente al Hospital Provincial, la cafetería Mundial tiene la terraza prácticamente vacía, a excepción de las mesas que se sitúan bajo los toldos más próximos al local, mientras que en su interior, unas pocas mesas permanecen ocupadas con clientes de avanzada edad.

Nos perjudican más que ayudan, porque tenemos que estar pendientes de cada persona que entra

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Su responsable, Carmen Argibay, cuenta que “ya se notó bastante bajón, porque entre el mal tiempo y las nuevas limitaciones, la gente ya no baja a tomar el café”. Asimismo, la dueña de esta cafetería del centro de Pontevedra señala que el hecho de tener que comprobar los certificados COVID “es muy latoso porque nos quita mucho tiempo, no solo verificarlo, sino también tener que explicarle a los clientes cuáles son las nuevas medidas, porque muchos no las conocen”.

Respecto a las restricciones, Argibay critica que “nos perjudican más que ayudan, porque tenemos que estar pendientes de cada persona que entra y tenemos una mayor limitación en los aforos que, ahora, en temporada alta se nota mucho. Si el año pasado ya lo habíamos pasado mal, este no va por mejor camino. Además el tiempo no ayuda nada, pero no nos queda más remedio que adaptarnos ”.

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