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Alejandra santos | Psicóloga de AECC Pontevedra

“La normalización del tabaco en el entorno juvenil promueve que empiecen a fumar”

El apoyo psicológico es fundamental para dejar una adicción cuya edad media de iniciación es de 14 años

Alejandra Santos en la sede de la AECC en Pontevedra.

Los espacios sin humo han aumentado exponencialmente en los últimos años. El COVID, además, ha hecho que el hábito de fumar se tenga que hacer bajo unas medidas muy concretas, sin embargo aún se necesitan más espacios sin humo. En el Día Mundial sin tabaco AECC Pontevedra quiere concienciar sobre la peligrosidad de los fumadores pasivos. Su psicóloga, Alejandra Santos, explica cómo romper esta adicción. La asociación imparte además talleres para ello con un 60% de éxito. Los próximos comenzarán en junio y serán de manera telemática en horario de mañana.

–En esta campaña queréis incidir en la prevención ¿Cómo se puede prevenir el consumo de tabaco u otros derivados de la nicotina?

–El objetivo es concienciar a la población de que 9 de cada 10 personas fuman delante de menores, exponiéndolos a desarrollar cáncer en un futuro. Los menores representan el colectivo más vulnerable al no poder elegir libremente respirar aire sin humo en los espacios públicos. Reclamamos el refuerzo de la legislación vigente para blindar como espacios sin humo todas aquellas zonas públicas con presencia de menores con el fin de conseguir una generación libre de tabaco. Es importante recordar que el humo del tabaco contiene hasta 70 sustancias cancerígenas, siendo el causante de un tercio de todos los casos de cáncer y estando relacionado con 16 tipos de ellos.

–¿Cómo prepararse para dejar de fumar?

–Dejar de fumar se puede alcanzar si la persona está totalmente concienciada, motivada y confiada en el cambio del hábito. Los fumadores necesitan creer en ellos mismos, en que si pueden lograr ese objetivo que desean. Desde la AECC impartimos cursos para dejar de fumar de 7 semanas, a través de diferentes técnicas y herramientas intentamos que los participantes logren su objetivo de la mejor manera posible.

–¿Es mejor hacerlo de golpe o poco a poco?

–Depende de la persona, aunque en nuestros cursos marcamos objetivos semanales y los participantes van consiguiendo gradualmente disminuir la ingesta de nicotina hasta cortar con el habito. Sin embargo, hay participantes que prefieren cortar con el habito de manera radical ya que el dejarlo de manera gradual les resulta más difícil provocándoles sintomatología ansiosa.

–¿Cómo se puede gestionar esa adicción?

–Aceptando que el tabaquismo es una adicción, y como cualquier otra es importante recordar que es una dependencia a una sustancia (la nicotina). La mayoría de los fumadores hacen muchos intentos para dejar de fumar antes de lograr una abstinencia estable y a largo plazo. Una vez decidido que queremos eliminar el hábito tabáquico, tenemos que poner en marcha nuestros recursos o pedir ayuda.

–¿Qué es lo que más suele costar a los pacientes?

–En nuestros cursos es las disminución progresiva de la ingesta de tabaco. Por eso es necesarios estar atentos, tomar consciencia del cambio, estar presentes en los cambios. Dejar de fumar no es un proceso fácil y a la mayoría de las personas les cuesta dejar de fumar.

–¿Es más difícil para los “fumadores sociales”?

–Si, aunque no les afecta igual. Fumar multiplica por veinte el riesgo de padecer cáncer de pulmón. Pero estar expuesto al humo ambiental del tabaco multiplica el riesgo de padecer cáncer de pulmón por dos, frente a las personas no expuestas. La normalización del tabaco en el entorno juvenil promueve que estos comiencen a fumar. De hecho la edad media de inicio en el consumo es de 14 años.

–¿Es más fácil dejarlo con el cambio de hábitos y medidas que han derivado de la pandemia?

–Creo que ha podido ser de ayuda para muchas personas la pandemia y el confinamiento. EL tabaquismo ha sido un factor de riesgo para la evolución grave de la COVID-19. Una mayor preocupación por la salud y una mayor percepción del riesgo de enfermar se asocia con una mayor motivación para dejar el tabaco. Otro punto que también puede influir es que el confinamiento y la exposición al humo de tabaco suponen un mayor riesgo para los niños y convivientes.

El hecho de convivir confinados con niños, muchas veces en pisos pequeños, sin zonas ajardinadas, puede aumentar la motivación para dejar de fumar y así proteger a los fumadores pasivos. Al mismo tiempo, la dificultad de ir a comprar tabaco durante el confinamiento ha podido ser de ayuda para decidirse a dar el paso, así como el hecho de permanecer en el domicilio ha sido de ayuda ya que las reuniones sociales estaban suspendidas, y para muchas personas las reuniones sociales son una dificultad añadida.

–Muchos tipos de cáncer derivan de un consumo acumulado de tabaco ¿Sienten estos pacientes en cierta medida algo de culpa? ¿Cómo se puede gestionar este sentimiento?

–En algunos casos sí y es necesario que no lo hagan porque en nuestra cultura la culpa está ligada al castigo. Esto se desvía de la visión de que el cáncer es una enfermedad que, simplemente, a algunas personas “les toca”. A su vez, el tabaco no es ni necesario ni suficiente para tener cáncer. Muchos diagnósticos de cáncer no tienen nada que ver con el tabaco, porque la gente que no fuma también puede tener la enfermedad, y muchas personas fumadoras no tendrán cáncer en ningún momento de su vida. El problema de culpabilizarnos es que aumente el sufrimiento de la enfermedad y su tratamiento.

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