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Las bodas de 2021 esperan al último momento

La temporada empieza tarde con constantes aplazamientos al verano y al próximo año

Un videógrafo filma a una novia que entra en el Pazo de Mugartegui. | // GUSTAVO SANTOS

Sin ninguna certeza, tratando de sobrevivir y adaptarse día a día a una nueva circunstancia. Así afronta el sector de las bodas y comuniones la temporada que comienza con la primavera. Una temporada que se está retrasando, y es que la mayoría de las celebraciones de marzo, abril o mayo ya se han cancelado o aplazado para verano e incluso para el próximo año. De hecho, muchas de las bodas que no pudieron hacerse en 2020 han puesto ya fecha para 2022 esperanzados de que la situación será otra.

Muchas de las bodas que no pudieron hacerse en 2020 han puesto ya fecha en 2022

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Así, un sector tan amplio como el de las bodas, sortea la situación como puede. “Está todo en el aire, la gente pregunta, pero no hay nada claro”, resumen desde el restaurante La Brisa que apunta que los cambios son constantes.

Sin previsiones, los restaurantes trabajan como pueden: “El año pasado cuando las restricciones eran más laxas lo máximo que se pudo fue el 75% del salón, así que no estamos vendiendo más. Nos estamos centrando en eventos pequeños, trabajar poco y bien, y ya vendrán otros años”, apunta Marga González de O Eirado das Margaridas.

“Está todo en el aire, la gente pregunta, pero no hay nada claro”

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En estas circunstancias, su modo de trabajar ha cambiado: “No estamos pidiendo la confirmación hasta 15 días antes. Entonces nos sentamos con el cliente y con la normativa que haya organizamos y es ahí cuando pedimos la fianza. Hay que ir día a día, porque por ejemplo el día del padre lo teníamos cerrado, diciendo que no a reservas y luego tuvimos que coger más”, apunta como ejemplo.

Desde el sector coinciden en que “mucha gente está esperando al último momento”. Los restaurantes reciben muchas solicitudes de presupuestos, pero sin confirmación. “Al cliente le decimos que tenemos que adaptarnos a la normativa del momento. A veces cuesta que lo entienda e incluso se han llegado a ir a otro municipio por las restricciones”, señala González.

Desde el sector de la fotografía la situación es similar. “Se van a hacer muy pocas bodas, la gente tiene mucha incertidumbre. Ahora mismo me quedan unas 15 para la temporada, pero seguro que alguna más se cancelar”, explica Isaac Breezi de Sfera360 Fotografía. El fotógrafo señala que, de las bodas que tenía cerradas para este año, ya se han aplazado 10.

"No queda otra que esperar, creo que voy a hacer la mitad de las que me quedan y dando las gracias”

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Pese a todo, se alivia: “ El año pasado fue muy malo, yo hice siete bodas y sé que es una suerte porque la mayoría de los compañeros hicieron dos. El próximo mes de mayo tenía cuatro bodas y todas se han pasado para 2022. No queda otra que esperar, creo que voy a hacer la mitad de las que me quedan y dando las gracias”.

Y es que cuestiones como el cambio de horario del toque de queda o el de cierre de la hostelería han hecho en varias ocasiones pasar bodas de tarde a la mañana en el último momento y, ante tantas complicaciones, muchos prefieren esperar.

Una boda en Pontevedra

Más de lo mismo ocurre en las floristerías que intentan tener paciencia con las cancelaciones y esperan que la situación mejore. “Tenemos muchas bodas, pero confirmadas no y dependiendo de las medidas nos adaptamos”, apunta Begoña Méndez de la floristería pontevedresa Inbloom. “Las celebraciones de principio de temporada se están cancelando o posponiendo otra vez de cara a los meses de verano o para el próximo año”, confirma.

 “Hay mucha gente que vive en el limbo”

En este contexto el sector reconoce que las comuniones están siendo de algún modo un alivio, ya que no se aplazan tanto. Sin embargo, desde O Eirado das Margaridas denuncian las dificultades ante las exigencias de algunos clientes. El restaurante coge un número menor de celebraciones para crear grupos burburja. “Hay mucha gente que vive en el limbo. Hay quien quiere hacer una celebración con la familia más cercana y quien tiene ganas de fiesta y le da exactamente igual. Esas celebraciones directamente no las cogemos porque el cliente tiene familia, pero el camarero también y no compensa”, apunta Marga González.

La dueña del local señala que hace comuniones de máximo 20 personas, niños incluidos y tiene completos todos los fines de semana de mayo . Entre tanto se alegra de haber sobrevivido y poder salvar el capital humano a base de hacer comida para llevar.

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