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El meollo

Las buenas mañas como mecánico del conserje de Bueu

La muerte de un indigente en la vivienda anexa al colegio Álvarez Limeses, otrora destinada a su profesorado, ha puesto de relieve la vergonzosa inhibición de la Consellería de Educación y el Ayuntamiento de Pontevedra para atajar una situación cuando menos anómala desde hace una década.

Ahora sabemos que todo ese tiempo ha pasado desde que la Anpa del centro trasladó por primera vez a las administraciones autonómica y municipal una demanda encaminada a conseguir su adscripción y darle un nuevo uso educativo. Diez años parece demasiada espera para responder a una solicitud tan simple como razonable. De ahí la preocupación expresada por los padres de alumnos en cuanto a los riesgos que penden sobre sus hijos en horario de recreo, una vez que el inmueble en cuestión ha sumado a su situación de abandono un incentivo notable para okupas y pordioseros. Un correcto tapiado a tiempo habría soslayado ese luctuosos incidente.

En clave histórica, esa pasividad injustificable podría interpretarse como una falta de respeto hacia un colegio público considerado modélico en su inauguración por el alcalde Filgueira Valverde en 1960, heredero directo del primer grupo escolar que Eduardo Vincente impulsó en el edificio de Las Palmeras (la mayor parte de su existencia ocupado por el Ejército) a finales del siglo XIX, y que además lleva el nombre de un respetabilísimo maestro y gran pontevedrés, Gerardo Álvarez Limeses.

Durante los últimos tiempos, tal parece que los responsables municipales discriminan a los colegios con sus actuaciones dispares; es decir, con tantos desvelos hacia los unos y tantos olvidos hacia los otros, según qué casos, pese a que todos cuentan con un tutelaje común.

En definitiva, nada puede justificar ese estado de abandono de dicha vivienda durante tanto tiempo sin darle el uso adecuado, ya sea de carácter educativo como solicita la Anpa del centro, o bien sea de carácter social, su alternativa más viable en caso distinto.

El Meollo de la cuestión está en calibrar bien si estamos ante una plasmación incomprensible del conocido dicho “unos por otros, la casa sin barrer”, y saber sí alguna circunstancia legal o técnica impide la adscripción de la vivienda al colegio, tal y como viene reclamando con buen tino la comunidad educativa del Álvarez Limeses.

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