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Festividad de San Blas... simbólica y a distancia

Las restricciones limitan en la capilla de Salcedo tanto el aforo como los ritos ligados al santo

Festividad de San Blas... simbólica y a distancia

La música, el baile o los juegos populares con los que la parroquia de Salcedo celebró otros años la festividad de San Blas se limitaron en este 2021 a los oficios religiosos. Si en anteriores ediciones el programa se extendió durante todo el fin de semana e incluyó como acto central la misa solemne y la procesión, en este 2021 fueron pocos los fieles que se acercaron hasta la pequeña capilla.

El párroco de Salcedo, Jesús Niño, ofició la celebración religiosa, que se mantuvo casi simbólicamente a fin de no interrumpir una tradición centenaria, si bien para evitar aglomeraciones y dado el reducido espacio de la capilla no se anunció la hora de la misa.

Las restricciones sanitarias ligadas a la pandemia no solo limitaron el aforo a unos pocos vecinos sino que también supusieron la interrupción de numerosos ritos ligados a la jornada, como el de pasar un pañuelo o estampitas por la imagen del santo.

Tampoco formaron parte este año de la imagen del día de San Blas las ofrendas, a la cabeza las velas, de modo que toda la celebración se restringió a esta convocatoria en la que el párroco encomendó la salud material y espiritual de los fieles al santo.

Briallos, en Portas, o Aguete, en Marín, son otros de los templos donde se honra cada mes de febrero a San Blas. Fue en general una celebración sin apenas manifestaciones este año en la comarca de Pontevedra, a pesar de que incluye tradiciones tan arraigadas como la bendición de panes de la parroquia de Seixo, en la que también se cumple con el rito de los “croques”.

En todas estas iglesias los fieles piden la intercersión de San Blas, especialmente para la curación de las enfermedades de garganta. Según la tradición, el santo es el abogado de quienes padecen estos males, y también de los otorrinolaringólogos.

San Blas fue un médico y obispo de Sebaste, actualmente en Turquía, durante los siglos III y IV. Fue eremita en una cueva en el bosque del monte Argeus que convirtió en su sede episcopal. Torturado y ejecutado en la época del emperador romano Licinio durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV, se lo considera el protector de quienes sufren de la garganta porque uno de los milagros que se le atribuyen es el de haber salvado a un niño que se atragantó con una espina, de ahí el dicho popular “San Blas, garda ao rapaz!” cuando un pequeño se ahogaba con la comida.

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