Los estancos fueron lugares de venta de artículos de primera necesidad desde el inicio del estado de alarma, aunque a estos negocios no les compensase tanto abrir. "Perdí más del 60 por ciento de las ventas habituales porque la gente no salía a la calle", se lamenta Víctor Sainz, responsable de la expendeduría número 9, en García Camba. "Es una calle de bancos, así que si hubo algo de venta fue solo por las mañanas", afirma.