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Un árbol unido a leyendas y remedios curativos de la piel

El futuro del emblemático carballo de Santa Margarita, que tiene como mínimo 500 años de antigüedad, está, hoy por hoy, en manos del Arzobispado de Santiago. Al ser la Iglesia la propietaria del ejemplar, es esta institución la que debe poner en marcha las medidas necesarias para evitar que su deterioro vaya a más.

El árbol podría acogerse al programa de ayudas para árboles singulares que la Concellería de Medio Ambiente hizo público para la conservación, protección y mejora de este tipo de ejemplares. Sin embargo, el delicado estado de salud del párroco de Santa Margarita de Mourente, Severino Rey, le ha impedido llevar a cabo este proceso por sí mismo. Tal y como confirma el arcipreste del Lérez, Vicente Cerdeiriña, "al menos por mi mano esa solicitud, que necesitaría mi firma, no ha pasado".

Es, pues, el Arzobispado de Santiago, del que depende el Arciprestazgo del Lérez, el único que puede realizar los trámites en este sentido.

Desde poda a señalización

La Consellería anunció un régimen de ayudas económicas encaminadas a la conservación, protección y mejora o, si es el caso, la aplicación de tratamientos fitosanitarios o silvícolas de mantenimiento en las árboles "senlleiras" incluidas en su catálogo a nivel autonómico, del que forma parte este carballo.

En este sentido, se podrán llevar a cabo podas y actuaciones de formacíón y control de la copa, que serán validadas previamente por el Servizo de Patrimonio Natural.

Además, los tratamientos fitosanitarios serán subvencionados siempre y cuando consten en una memoria o proyecto también aprovado previamente.

En cuanto a las acciones encaminadas a la conservación y mejora del entorno, serán subvencionables a través de la fertilización del terreno o la retirada o modificación de elementos perjudiciales, entre otros.

También están incluidas las acciones de divulgación y señalización, así como la realización de estudios sobre el árbol relacionados con su conservación y mejora.

En total, se trata de ayudas por un máximo de 4.500 euros por árbol y de 8.000 por formación.

Malestar de los comuneros

Los comuneros de Mourente recuerdan que el terreno es de la Iglesia y el carballo también. "La de la Xunta es una ayuda, pero que contribuirá solamente a la conservación física, biológica, del árbol, pero hay mucho más que hacer ahí, todo lo que tiene que ver con su entorno", asegura Carlos Morgade, presidente de la comunidad de montes.

En este sentido, recuerda que son tres las Administraciones implicadas en el problema: el Concello, la Diputación y la Xunta de Galicia.

"Hasta el momento, la única que ha mostrado algo de interés ha sido el Concello, que apuntaló las ramas más gruesas. De hecho, había un proyecto municipal en el que se incluía la eliminación del 'lombo' que hay en la zona y que para el calmado del tráfico se procedería a incorporar adoquines", afirma.

El comunero insiste en el que el tráfico es el que más afecta al carballo de Santa Margarita. "Por eso nosotros propusimos hace unos años un patronato a cuatro bandas entre las tres Administraciones y nosotros como única forma para conservarlo", añade.

"Estamos hartos de que se echen las culpas los unos a los otros. La carretera que pasa por debajo, por ejemplo es de titularidad provincial, de la Diputación, y el volumen de tráfico aumentó muchísimo. Desde la Xunta tampoco hay preocupación", señala.

"Lo que nosotros nos preguntamos es si vamos a ser nosotros la generación que mate al carballo de Santa Margarita después de cientos y cientos de años. Los más perjudiciales han sido los últimos 20 o 30. Las raíces tienen piedras incrustadas, por lo que habrá que ir retirando el afalto y drenar para que filtre el agua", propone Carlos Morgade.

Asimismo, para los comuneros también es imprescindible llevar a cabo labores de promoción de este árbol emblemático, que figura en los escritos del propio Padre Sarmiento. Por ello, incide en que es necesario iluminarlo en condiciones.

"Este árbol tiene más años que la propia catedral de Santiago, porque podría superar los 800. Su valor es enorme tanto por su antigüedad como por su simbología, pero parece que no le importa a nadie", se lamenta.

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