"Quiero decir alto y claro que Miguel Rosendo jamás abusó de mí sexualmente. Es más, nunca he tenido relaciones sexuales ni completas ni parciales, ni consentidas ni sin consentir; ni con Miguel Rosendo ni con nadie. No es no". Quien así de contundente se manifestaba ayer era Marta Paz Alonso, una de las "mujeres consagradas" a Dios (rechazaron insistentemente el apelativo de "pseudomonjas" que creen que, de forma peyorativa, se les está aplicando) y a quien se califica como mano derecha de Miguel Rosendo en la Orden y Mandato San Miguel Arcángel.

Una asociación de fieles ahora ya disuelta por la Iglesia después de la apertura de una investigación judicial que indaga supuestos delitos de abusos sexuales, asociación ilícita, blanqueo de capitales y contra la Hacienda Pública en el seno de este colectivo. Un proceso judicial en el que Marta Paz aparece como supuesta víctima de los abusos del principal encausado, Miguel Rosendo, quien permanece en prisión provisional por esta causa, pero también como investigada. Ella, ayer, rompió su silencio para defender a capa y espada su inocencia, pero sobre todo la inocencia del líder de la congregación.

"El llamado caso de los 'Miguelianos' es un montaje", indicó. "Soy presentada como una de las mayores víctimas de unos abusos que jamás ocurrieron", añadió Marta Paz, quien califica como "hecho vergonzoso" para el sistema de justicia que "después de tres años de instrucción no existe ni una sola palabra en 25 tomos de sumario que diga que yo he hecho daño a alguien; nadie me ha acusado de nada, pero resulta que soy el brazo derecho de una organización criminal". "Es así de claro e injusto", remachó.

Pericial psicológica

Esta antigua integrante de la orden también negó haber sido "vejada o humillada, aleccionada o manipulada por nadie" y lamentó tener que haber sido sometida a un peritaje psicológico "para demostrar que sigo en pleno uso de mis facultades mentales". "Se me ha humillado hasta el punto de tener que someterme a un peritaje ginecológico, yo sí soy víctima, yo sí he sido violada en mi dignidad de mujer y de mujer consagrada a Dios por todos los que han urdido este montaje", afirmó.

Por último, se postuló como ejemplo de la "injusticia" que cree se está cometiendo con este proceso judicial, no solo con ella y con sus compañeras, sino "con Miguel Rosendo, padre de familia inocente que lleva tres años en prisión preventiva".

En esta misma línea de defensa de Miguel Rosendo se mostró otra de las antiguas integrantes de la orden, Ivana María Lima, quien aseguró que "no éramos una secta" y que guardaron silencio inicialmente debido precisamente a que así se lo solicitó el obispo de Vigo-Tui y por "obediencia a la Iglesia" que "luego nos abandonó".

Negó que fuera víctima de abusos o ejecutora de los mismos y también rechazó que viese o tuviese conocimiento de estas prácticas por parte de Miguel Rosendo. Sí cargó duramente contra el sacerdote Isaac de Vega, capellán del centro penitenciario de A Lama y asistente eclesiástico de la orden que fue quien denunció las irregularidades que dieron pie, con el tiempo, a la intervención primero de la Iglesia y después del juzgado y la Guardia Civil. Afirma que Isaac de Vega sí le ha coaccionado a ella y que incluso la agredió físicamente "en dos ocasiones". Sitúa a este sacerdote del Opus Dei como el autor de este "montaje", movido por el anhelo primero de hacerse con el poder de una Orden que cada vez tenía más fieles y crecía enormemente y después para buscar "su destrucción". De hecho lo describió como un "hombre avaricioso, al que le gusta el poder, prepotente". Cree que el sacerdote influyó posteriormente en sus familiares para urdir esta denuncia y esta "trampa impresentable". Aunque Lima, que compareció junto a su hermana Miriam (que a su vez es nuera de Miguel Rosendo) cargaron duramente hacia sus padres a quienes acusan de no preocuparse anteriormente por ellas y ahora "quieren ganarse la jubilación con la indemnización económica de este juicio". Ivana sí tuvo que reconocer que, otra hermana suya, sí declaró en el juzgado que habría sido víctima de abusos.

También intervino Iria Quiñones, quien fue superiora de las consagradas miguelianas. Insistió en la idea de que fue Isaac de Vega quien "decidió destruir la congregación". Lamentó que después de tres años de instrucción judicial, la labor de la acusación solo haya servido para "intentar secuestrar nuestras voces" o cuestionar "nuestra credibilidad diciendo que estamos abducidas" y se pregunta por qué parece valer menos la palabra "de los que hemos ido al juzgado a decir lo contrario" de lo que se sostiene por parte de los denunciantes.

Brujería

Rechazaron cualquier supuesta práctica de brujería por parte de la secta o de Miguel Rosendo a quien insistieron en que se le ponga en libertad para que se pueda "defender" con sus propias palabras.

También negaron los delitos de índole económico que se le atribuyen al líder de la secta. En este punto intervino la letrada que representa a estas tres mujeres, Beatriz Seijo, para matizar que esta es una cuestión que podría responder mejor el representante legal del propio Miguel Rosendo. Aún así, confirmó que están aportados a la causa tres informes de Hacienda que supuestamente dejan todos los movimientos de la asociación "bastante claros" a nivel económico. Quien intervino en este punto fue Miriam Lima, nuera de Miguel Rosendo y quien no está investigada en la causa, quien negó que el chalé de Mougás "fuera la casa de la asociación o la secta": "Esa es mi casa, la casa de mi familia que levantaron mis suegros con su sudor", finalizó.

Su hermana Ivana se mostró agradecida de haber conocido a Rosendo, "es mi mejor amigo, me llevó a conocer el verdadero amor de Dios" y afirma que en la congregación "pasó los años más felices de mi vida".

Junto a ellas también comparecieron tres sacerdotes madrileños, Juan Luis Castón, Eduardo Lostao y José Ignacio Martín; quienes defendieron también la inocencia de Feliciano Miguel Rosendo, así como a la propia Orden y Mandato, al señalar que "la verdad es que no era una secta ni destructiva ni satánica" , insistiendo en el papel de Isaac de Vega como autor de una campaña de "mentiras" sobre la orden, sobre todo en círculos del Opus Dei, institución a la que pertenece el clérigo.