En la primavera de 2012, hace cinco años, la residencia Virgen del Camino, de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, más conocido como el asilo de Pontevedra, anunciaba su inminente cierre. La noticia tomaba por sorpresa a los 160 internos y a sus familiares y la congregación religiosa, a través de sus abogados, alegaba que las exigencias de la Xunta de Galicia sobre la reestructuración del centro eran las que habían llevado a que echase el cierre definitivo. Sin embargo, tras esta justificación parecía esconderse una de las razones que ha afectado a las congregaciones de España en los últimos años: la falta de vocación. La delegación territorial de la Xunta aseguraba entonces que nunca se les había había dado un ultimátum y que parecía tratarse de un problema interno del centro.

Sor María Teresa, una de las monjas que estuvo en el asilo pontevedrés en los últimos años de su funcionamiento, y que ahora se encuentra en la Residencia Santa Marta de Vigo, apenas quiere hacer declaraciones al respecto. Aún así, asegura que actualmente "no está prevista su apertura" y que hay personas encargadas de su cuidado y mantenimiento. "Allí ya no hay nadie", afirma.

El asilo era la única residencia en la ciudad para personas dependientes, aunque de carácter privado. Ahora, el anuncio de la Xunta de Galicia de incluir entre los futuros destinos del edificio del Hospital Provincial a una residencia geriátrica podría hacer que la administración autonómica tomase el relevo en esta materia.

Acogida de refugiados

La última vez que se pensó en el inmueble de la congregación religiosa para darle un uso útil fue el año pasado. Entonces la Concellería de Benestar Social de Pontevedra anunció su intención de pedir a las religiosas que destinasen una parte del edificio, con capacidad para alojar a 160 personas, para la acogida de refugiados sirios.

La concelleira Carmen Fouces recuerda esa gestión con tristeza. "En aquel momento nos remitieron a Valencia y, desde allí, a un despacho de abogados de Madrid. Todo fueron trabas y obstáculos", asegura. "Lo único que se necesitaba era financiación, con ella se podría haber dotado al edificio de accesibilidad", añade.

El problema es que se trata de un edificio de carácter privado, por lo que son tanto la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados como la Iglesia Católica las que tienen capacidad para decidir sobre la finalidad del inmueble. "Es de la Iglesia. Lo que están haciendo ahora es cuidar su mantenimiento, para evitar que las instalaciones se deterioren", informa.

El asilo de Pontevedra fue promovido por las religiosas en el año 1879, cuando la congregación se instaló en el hospital de la ciudad. En sus casi 130 años de vida contó con el apoyo y colaboración de numerosos vecinos.