Recuperar el espíritu del viejo Carabela. Es el objetivo de los nuevos responsables del emblemático café bar pontevedrés, un equipo encabezado por la hostelera María del Carmen Gonzalo y que anuncia para los próximos meses una total renovación de oferta del establecimiento, así como una mejora de la decoración "pero manteniendo los elementos más auténticos".

La familia Alvariño, al frente del café bar desde 1952, conservará la propiedad del local ubicado en la esquina de las plazas de A Ferrería y A Estrela pero "ante la imposibilidad de continuar con el negocio, éste pasará a manos de una nueva gerencia que proseguirá con la actividad del mismo", indica David Alvariño, que en los últimos años ha sido responsable de la cafetería con su primo Pipo.

Los nuevos gerentes, propietarios de otros establecimientos de la ciudad, en concreto de los denominados Nirvana 1 y 2, han abonado un traspaso y prevén, al menos inicialmente, mantener a la actual plantilla. A mayores, han anunciado que incorporarán otros trabajadores para lograr un giro en la orientación del local.

Éste contará con una nueva carta y se centrará con más intensidad en la gastronomía, una linea de trabajo que arrancará ya el próximo lunes con la puesta en marcha de los menús caseros.

También se actualizará el interiorismo, aunque sin afectar a elementos emblemáticos como los murales de Conde Corbal, según las previsiones de los nuevos responsables. Estos anuncian que cerrarán durante el mes de noviembre para realizar obras de acondicionamiento.

El empresario Aurelio Fontán, que se había enriquecido en la emigración, inauguró el Carabela en diciembre 1946 y seis años después se situó al frente Manuel Albariño Otero. Él y su socio, Serafín Fragueiro Seoane, abonaban a mediados del pasado siglo un costosísimo alquiler, de más de 1.600 pesetas mensuales, por el que actualmente es el café bar (y su conocida terraza) decano de la ciudad.

En los años siguientes tres generaciones de la familia Alvariño se situaron al frente del negocio y el establecimiento contará con camareros como Eloy (que trabajó 45 años en el Carabela), Elías o Ignacio, profesionales muy valorados por los clientes que en estos casi 70 años han visitado el que es en la actualidad, con el reinaugurado Savoy, el último café clásico de la capital y punto de encuentro de varias generaciones de pontevedreses.