La Thaumetopoea pityocampa, popularmente conocida como oruga del pino o procesionaria –llamada así porque al desplazarse forma grandes filas que semejan procesiones– está en plena actividad. Las condiciones meteorológicas, con ausencia de lluvias y hasta hace un par de semanas, ausencia de frío, han propiciado un sensible adelanto en el proceso conocido como "procesiones de enterramiento".

Aunque el año pasado hubo que esperar hasta finales de marzo o principios de abril para detectar un incremento significativo de su actividad en montes, parques y jardines, las orugas han madrugado mucho más en esta ocasión y avanzan ya con su habitual lentitud en un periplo que las lleva desde la copa de los pinos hacia el suelo, donde se entierran para crisalidar.

En las últimas semanas se apreció una considerable presencia de los nidos de esta especie en los pinos –también lo hace en los cedros–, y en algunos casos, cabe insistir, las orugas han empezado a abandonarlos ya para enterrarse, motivo por el cual es preciso aconsejar a los ciudadanos que extremen las precauciones y no las toquen.

No hay que olvidar que esta oruga tiene propiedades urticantes que pueden causar importantes problemas a los humanos, sobre todo en cuanto a irritaciones de piel y ojos. Pero su amenaza suele ser mayor para los perros, ya que al verse amenazadas las orugas lanzan al aire sus pelos, que como si de dardos envenenados se tratara, se clavan en la lengua o el hocico de los canes.

En la Estación Fitopatolóxica do Areeiro (EFA), dependiente de la Diputación de Pontevedra, también confirman que la procesionaria del pino se encuentra ya en fase de actividad, por lo que hacen un llamamiento a la población y advierten de que "puede provocar picores, rinitis y otros problemas respiratorios".

En la EFA constatan que la procesionaria del pino se ha anticipado este año en su peculiar "peregrinación", que resulta tan vistosa como peligrosa.