Era, a pesar de su juventud, un "viejo" conocido en el servicio de Urgencias de Montecelo, en donde había entrado en repetidas ocasiones con crisis derivadas de un diagnosticado trastorno de personalidad. Ello no le impidió que, el pasado 23 de julio, cuando iba a ser atendido por un médico que le pedía que se tumbase en la camilla, sacase un cuchillo y lo lanzase "con ánimo de clavárselo" contra el facultativo que consiguió esquivar ese y los sucesivos ataques.

Según explican profesionales del servicio que estaban presentes cuando ocurrieron estos hechos, el hombre salió del box de observación blandiendo el cuchillo y profiriendo amenazas a diestro y siniestro para entrar en un box de críticos y amenazar al paciente que estaba allí.

Desalojo

"Se evacuó a todos los enfermos de la zona y a sus familiares, en medio de un gran alboroto mientras íbamos acorralándolo hacia otro box, mientras nos pedía un chute", señala este testigo que indica que le administraron una dosis de morfina mientras llegaba la Policía Nacional. Al ver a los agentes "se creció" y también los amenazó hasta que, invitándole a ponerle un segundo chute, consiguieron reducirlo y sedarlo.

Recuperada la calma en el servicio de Montecelo, se optó por un ingreso involuntario del paciente en el área de Psiquiatría del CHOP.

Policía, de oficio, y médicos amenazados cursaron las correspondientes denuncias ante el Juzgado por amenazas e intentos de agresión.

Quedó en libertad y, aunque aceptó quedarse en el servicio de Psiquiatría, días después lo abandonó sin esperar a que lo recogiese un familiar como al parecer había pactado, regresando a casa. Ya allí su madre observó que cogía de nuevo un cuchillo y salía a la calle, lo que le hizo temer lo peor ya que había vivido numerosos episodios de violencia incontrolada con su hijo.

Así asustada por lo que pudiese suceder, la mujer llamó a la Policía que localizó a su hijo en el casco urbano protagonizando un incidente similar al del hospital (amenazas blandiendo un arma blanca). En esta segunda ocasión fue conducido a comisaría, en donde pasó la noche, antes de ser conducido de nuevo ante un juez.

Paradójicas

Volvió a quedar en libertad y poco tiempo después era recogido por una dotación del servicio de Emergencias en el interior de un bar en estado de coma y conducido de nuevo a Urgencias de Montecelo.

Allí entró en parada cardíaca y, paradójicamente, fue recuperado por el mismo facultativo que días atrás había esquivado el cuchillo con el que había intentado, cuando menos, herirle.

Pocas horas después de su ingreso en Montecelo, el joven pontevedrés con trastorno de personalidad fallecía en el hospital. Los análisis realizados entonces dejaron en evidencia que el hombre había ingerido gran cantidad de tóxicos (pastillas) y alcohol, un cóctel que resultó letal.

Este trágico final tuvo como colofón una extracción multiorgánica, dado que el problemático pontevedrés era donante lo que ha permitido salvar y/o mejorar la calidad de vida de varias personas. Este gesto de altruismo sirve, hoy por hoy, de consuelo a la familia del infortunado joven.