Los mamelucos, las tropas de élite del ejército francés, habían forjado su fama de invencibles en batallas como Jena y Auterlitz, pero en aquel junio de 1809 minusvaloraron la bravura de los vecinos de Pontesampaio. Fue un error fatal: decenas de hombres, mujeres y niños libraron con éxito una batalla decisiva contra el mejor ejército del mundo en las inmediaciones del puente sobre el río Verduro, tres de cuyos arcos fueron cortados.

Las tropas francesas, encabezadas por el general Ney, volvieron ayer a Pontesampaio para encontrarse de nuevo con campesinos desarmados pero valientes y dispuestos a hacerles frente. Fue la recreación de la histórica batalla, que convocó a cientos de personas en la parroquia pontevedresa.

Las celebraciones arrancaron con la apertura del mercado de época y continuaron con un acto solemne en recuerdo a los héroes que arriesgaron (y en muchos casos perdieron) la vida para rechazar al ejército francés.

El acto se celebró en las inmediaciones de la estatua erigida en la plaza de España de Pontevedra a los héroes de Pontesampaio.

Tras la comida campestre que se celebró en A Xunqueira, en Pontesampaio, los "ejércitos" volvieron a formar para izar sus banderas.

Momentos después se celebró el desfile de todas las tropas participantes, una procesión festiva que partió de Arcade acompañada de distintos grupos de baile del centro cultural Veira do Río.

Un año más, uno de los momentos más emotivos fue la colocación de coronas y la tirada de claves al río Verdugo, que sirvió de inflanqueable barrera para las tropas francesas.

Frente a ellas, en aquel junio de 1809 se situó el que sería llamado Regimiento de La Unión, formado por labradores y marineros armados con cuchillos, hoces y en general todo tipo de herramientas y aperos.

Es una de las enseñanzas que transmite cada año los vecinos de Pontesampaio en la recreación de su batalla: que unos civiles apenas sin armas plantaron cara con éxito a un ejército entrenado.

Así lo recordaron ayer en sendas recreaciones (una diurna y la segunda alrededor de la medianoche) en las inmediaciones del puente medieval.

Vestidas con trajes de época, las tropas francesas volvieron a repetir su ataque y el Regimiento de La Unión renovó su enconada defensa de la comarca de Pontevedra. Esa batalla fue decisiva para la salida del ejército invasor de Galicia, de modo que (como recordaban ayer los vecinos de Pontesampaio) los labradores y marineros gallegos ganaron en esas duras horas más que una victoria: en buena medida ellos ganaron la guerra.