Pesar en Pontevedra por el fallecimiento de Miguel Martínez González, un afamado coleccionista de arte que además era muy querido y conocido en la capital. Martínez González murió ayer a los 82 años de edad y hoy será enterrado en el cementerio de San Mauro.

Natural de la comarca de Órbigo, en Zamora, nació en el seno de una familia con pocos recursos y quedó huérfano de padre muy pronto, a los seis años de edad. Llegó a Pontevedra a los once años, después de que su madre contrajera matrimonio con un vecino de la ciudad.

Chatarrería

En la ciudad del Lérez formó una familia tras casarse con Elvira Blanco, con quien tuvo un hijo, Miguel, actual director de la Academia Copérnico. Deja también tres nietos. En Pontevedra, Miguel Martínez González trabajó en el negocio de la chatarra, una faceta por la que también fue muy conocido entre los vecinos de la ciudad.

Desde muy pronto se despertó en él una profunda afición por la pintura y el arte. Pese a que se trataba de un hombre que apenas contaba con estudios (comenzó a trabajar desde que era un niño, cuando contaba tan solo con ocho años de edad), su pasión por el arte lo llevó a adquirir grandes conocimientos en este campo y pronto comenzó a destacar en su faceta como coleccionista.

Adquiría todo tipo de piezas que consideraba de interés y deja un legado compuesto por más de dos centenares de obras de todo tipo, desde piezas arqueológicas a obras de grandes pintores y tapices procedentes de distintos países europeos como Bélgica y Holanda.

Amante de los museos

Quienes lo conocen dicen que visitaba con asiduidad los grandes museos nacionales hasta el punto de ser conocido por los trabajadores de estos espacios. "Podía pasar horas contemplando un Velázquez hasta que le decían que tenía que cerrar", indicaban ayer personas que compartieron con él su afición por el arte.

De fuertes convicciones ideológicas de izquierda, hoy recibirá sepultura en un acto de despedida de carácter laico que dará comienzo a las 17 horas con la salida de la comitiva fúnebre desde el tanatorio al cementerio de San Mauro, en donde tendrá lugar el entierro.