La reciente celebración de la festividad de San José ha puesto de manifiesto una vez más ese pequeño, pero incomprensible error histórico que viene cometiéndose en diversos escritos de nuestra pequeña gran historia local: la consideración de San José como la parroquia más moderna de la ciudad de Pontevedra.

Tal equivocación es absurda por cuanto que el asunto no ofrece la menor duda: La parroquia de San José fue creada al mismo tiempo que la parroquia de la Virgen del Camino. Sus respectivos decretos fueron rubricados el mismo día 9 de junio de 1961 por el cardenal arzobispo de Santiago, Fernando Quiroga Palacios. Luego se publicaron uno tras otro el 24 de junio en el Boletín Oficial del Arzobispado de Compostela. Y finalmente entraron en vigor a las doce de la noche del 31 de julio de aquel mismo año.

Está muy claro, por tanto, que San José y la Virgen del Camino fueron parroquias mellizas. Esta última nacida bajo la advocación de la Virgen del Camino, nombre del barrio que constituía su núcleo principal. Y aquella creada bajo el patronazgo de San José, titular de una capilla que existió frente a la plaza del mismo nombre.

Hasta su propia gestación se produjo al mismo tiempo por parte de una comisión integrada a tal efecto por don Lino García y García, arcipreste del Lérez; don Manuel Rodríguez Suárez, capellán de las Clarisas de Pontevedra, y don José Sáez Pichel, párroco de Santa María de Marín.

Don Lino fue el único profesor de Religión que hubo en el Instituto de Pontevedra a finales de los años 40, todavía hoy recordado por quienes peinan canas y pasan de los 60. Detrás de su imagen seria que irradiaba respeto, se ocultaba un cura parsimonioso y divertido, caracterizado por su reconocido pontevedresismo, y muy unido toda su vida a la capilla de la Peregrina, donde oficiaba unas misas interminables.

Hasta aquel año 1961 esta ciudad solo contaba con dos feligresías: Santa María y San Bartolomé. Entonces se consideró que había llegado el momento de modificar aquella situación "…a causa del gran crecimiento de la ciudad de Pontevedra y de los núcleos de población que la circundan…", según la justificación plasmada en los decretos de creación de ambas parroquias.

Todos los cabos estaban atados y bien atados cuando los decretos de creación de las parroquias de San José y la Virgen del Camino se presentaron a la firma del apreciado cardenal arzobispo Quiroga Palacios, quien menos de un año más tarde otorgó la categoría de "basílica menor" a la iglesia de Santa María. Un rango luego elevado a "real basílica" en 2003 por el rey Juan Carlos.

Imposible de olvidar para quienes le conocieron y todavía le recuerdan bien, la majestuosa figura de aquel imponente cardenal que visitaba Pontevedra con bastante frecuencia para presidir cualquier actividad religiosa y también social.

Cuentan sin maldad nuestros mayores que tal preferencia de su eminencia reverendísima con esta ciudad estaba relacionada con el buen comer pontevedrés; una debilidad carnal que don Fernandón --así era conocido por los más irreverentes-- difícilmente podía negar y mucho menos ocultar, dada la protuberancia abdominal que sobresalía de su lujosa vestimenta.

El trabajo realizado a la hora de marcar y definir los límites territoriales de las dos nuevas parroquias fue magnífico. Su capacidad para intuir por donde iba a transcurrir nuestro devenir urbanístico resulta admirable medio siglo después.

No hay que olvidar que el plan de ordenación de Pontevedra que estaba vigente en aquel tiempo, se remontaba al lejano año de 1953 y el nuevo plan urbanístico ni siquiera era un proyecto en gestación, puesto que no llegaría hasta 1970. Tampoco estaba nada claro en 1961 el levantamiento del trazado ferroviario urbano; aquel cinturón de hierro de nuestra infancia que cercaba la ciudad e impedía su expansión de forma natural, y que aún tardaría en levantarse algunos años más.

Como aquí no cabe decir que pudo haber sido cosa del diablo, mejor pensar que debió ser cosa de algún visionario bien informado que hizo gala de un gran sentido común.