¿Qué tal o día? Pois xa ve que estupendo" bromea Emilia Cochón, una veterana del mercadillo de flores de Pontevedra, en donde lleva vendiendo los últimos 15 años, aunque se declara a punto de abandonar "porque o concello debería de mirar de poñer unha carpa, aínda que nos cobre máis, hai xente á que a choiva e o vento desta mañá lle tiraron co traballo do ano".

Como ella, numerosos cultivadores de flores reclamaban ayer la instalación de una carpa que proteja los puestos y, de paso, anime a los clientes a acercarse hasta la plaza de A Ferrería.

Durante la noche una parte de los vendedores (en esta edición participaron 68) hicieron acopio de andamios en previsión de la fuerte lluvia que caería en las siguientes horas. Con todo, no esperaban el viento que levantó no pocos plásticos a primera hora y obligó a trasladar varios de los puestos al interior de los soportales.

Es el caso de Amelia Cancela, cultivadora del municipio de Barro y que vende en el mercadillo desde hace una década. "A eso das dez voou todo, a carpa de enfrente do noso posto deu a volta e nos escapamos para os soportais".

El mal tiempo no sólo estropeó parte del material sino que desanimó a los compradores. A media mañana los puestos cifraban la caída de ventas en un 20%, si bien remontaron en las siguientes horas.

Y es que alrededor de mediodía, en cuanto la lluvia dio una tregua, el mercadillo recuperó su imagen de ediciones anteriores, con cientos de compradores interesados en hacerse con un adorno floral para los cementerios.

Tal vez como compensación del susto inicial, los vendedores que se refugiaron en los soportales aseguran que "foi un día mollado pero as vendas ven", indica Óscar Caldas, floricultor de Campañó. También Amelia Cancela coincide en que "dado o mal tempo as ventas aínda non foron tan mal".

Un año más, los precios más altos de las primeras horas fueron rebajándose a lo largo del día. Es el caso de los centros, que pasaron de los 35 euros de media a los 30 a las dos de la tarde y continuaron bajando durante la tarde.

Por su parte, los crisantemos (la flor estrella) se vendió a un euro el ejemplar, a 4 el paquete de magaritas y a 10 el de boris.

Y más allá de los compradores que buscan adornos florales para los panteones, numerosas familias con niños acudieron a A Ferrería para hacerse con un detalle para la casa en el mercadillo más colorido y aromático del año.