Quien con toros anda, a torear aprende. Un claro ejemplo de que el dicho popular no va tan desencaminado es José Salcedo, propietario de una de las cuadras de caballos de picar más importantes de la Península y un incondicional del coso sanroqueño desde hace más de una década. Su trabajo está lleno de matices e incluye desde el entrenamiento de los caballos a la preparación del material para la protección o, como le sucedió en esta feria de Pontevedra, operar a su caballo en la misma plaza.

-Su servicio es el más especializado de España ¿cuándo inició su andadura?

-Llevamos en el negocio desde el año 1929, en esos años hemos estado en muchísimas plazas, por ejemplo en Las Ventas he estado siete años.

-¿Cómo se prepara un caballo de picar?

-Su adiestramiento depende mucho del tipo de caballos, hay algunos que son más dóciles y aprenden antes y otros que dan más trabajo. Primero hay que domarlos, luego que aprendan a llevar el aparejo y después vemos la condición del caballo con un toro. Progresivamente se le va subiendo de tono hasta ver a dónde llegan. -¿Sabe el número de caballos que ha tenido en total en su cuadra?

-Imposible recordar el número de caballos que he tenido, cuando más he tenido han sido 25 simultáneamente, pero a lo largo de los años ni se me ocurre una cifra.

-El rejoneador Pablo de Mendoza, que operó personalmente a su caballo en plena plaza de México, asegura que "no me fío de todos los veterinarios, no hay muchos especializados en caballos".

-Comparto su opinión, yo también me he visto obligado muchas veces, incluso aquí en Pontevedra, el pasado domingo me hirieron un caballo y lo operé yo. Es una buena medida saber curarlos para que si en la plaza no tienes ayuda puedas hacerlo tu, porque hay veces que el veterinario o no está dispuesto a ayudar o no está especializado en el tema.

-¿Le han dado alguna cornada?

-Pues sí, dos en el vientre en una plaza de Segovia.

-¿Y cómo es que El Cordobés le brindó un toro ante más de 7.000 personas?

-Fue en Toledo, se debió a un quite como muchos que hay pero que el matador lo apreció en esa ocasión más que otras veces. Son circunstancias que solamente suceden en una lidia y que haces otras veces con otros toreros pero no trascienden y esta sí tuvo una trascendencia especial.