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Un año en Galicia tras huir de Afganistán: “Allí cada día es peor, las mujeres no tienen derechos”

Refugiados en España tras la toma de poder de los talibán, entre la esperanza y los desafíos del nuevo hogar y la tristeza por los que siguen allí. “Todas las familias llegan con una mochila emocional”, afirma Cruz Roja

S. y Z., cuñadas, llegaron hace un año de Afganistán a Ourense, junto a varios miembros de la familia. FERNANDO CASANOVA

S. trabajaba para el Ministerio de Cultura de Afganistán. Su cuñada Z. tenía una tienda de costura. Ambas, refugiadas en Ourense junto a varios miembros de la familia desde que huyeron de su país hace un año, comparten con este periódico su experiencia vital en la sede de Cruz Roja en la ciudad, con la ayuda por teléfono de una traductora.

La toma de poder del régimen talibán en agosto de 2021, tras la salida precipitada de Estados Unidos, ha relegado a la mujer, la ha desprovisto de derechos fundamentales, la ha borrado de la esfera pública de la nación, que está sumida en la pobreza, agravada por la peor sequía en años y por la carestía de los productos más básicos. Casi la mitad de la población –19 de los 40 millones de afganos– carece de comida suficiente, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

Se cumple un año de la entrada de los talibanes en Kabul

Se cumple un año de la entrada de los talibanes en Kabul Agencia ATLAS / Foto: Reuters

Z. se emociona cuando piensa en los seres queridos que han quedado atrás, como su padre y su madre. Se siente afortunada por haber encontrado tranquilidad y paz en España, junto a la familia de su marido y a su bebé de un año, pero le hace mella la situación “muy mala y difícil” que están sufriendo sus progenitores y su hermano. Solo su padre trabaja.

A más de 6.500 kilómetros de un hogar quebrado por el fundamentalismo talibán, un año después de su salida mantienen el contacto con los amigos, familiares y allegados que siguen allí.

GUERRA Y POBREZA "Cuando hablo con mis amigas lloran; Afganistán no va a mejorar a menos que otros países ayuden a quitar a los talibán del gobierno”

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“Salen las lágrimas” en las conversaciones, afirma S., que lidia con la frustración de estar lejos y no poder ayudar. “Las mujeres ya no tienen ningún derecho y, cuando hablo con mis amigas, muchas veces se ponen a llorar”. Las llamadas las mantienen en un vínculo estrecho con su país, y también el seguimiento de las noticias sobre su país.

Ambas mantienen la esperanza de que la comunidad internacional no olvide la necesidad de la población. “Afganistán necesita ayuda”, subraya S. Porque Z. no tiene dudas de que con el gobierno talibán “es imposible que vuelva la paz”.

La cuñada dice que cada vez que habla con quienes continúan en Afganistán, “las cosas están cada día peor. No creo que el país vaya a mejorar, a menos que otros países ayuden a quitar a los talibán del gobierno”.

En agosto de 2021, más de 2.200 afganos fueron evacuados del país por parte de España. A Ourense llegaron varios. Bajo la atención de Cruz Roja recalaron un total de 17 personas de dos grandes familias, cada una con varios núcleos.

ESPERANZAS Y TEMORES | “Aquí mis hijas pueden avanzar y llegar a la universidad; me preocupa no saber si encontraré un buen trabajo para cuidar de ellas”

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Hay otras entidades del tercer sector implicadas en la acogida, cuyo programa diseña el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. La administración establece las pautas y objetivos, y asigna a cada entidad las personas en acogida, en función de las plazas disponibles en las distintas provincias.

Con el aprendizaje del idioma como gran reto para buscar la integración y gozar de un grado de autonomía básico, un año después no ha desaparecido la incertidumbre para estos migrantes que cuentan con protección internacional o asilo. “Me preocupa realmente no saber si encontraré un trabajo bueno para poder cuidar de mis dos hijas”, responde S.

Las dos cuñadas consiguieron escapar y llegar a España con las dos niñas de S., de 17 y 11 años, los padres y dos hermanos de ella, además de Z. y su bebé. “Está mentalmente mal, muy preocupada por su familia”, dice S. sobre su cuñada. La consuela recordándole que, “si Dios quiere, la familia vendrá pronto”.

“Tengo amigos de Alemania y Francia que me llaman y me dicen que allí la economía está mejor y se cuida más de los migrantes, y me invitan a irme, pero estoy acostumbrada a la gente de España, me gusta el trato, es muy amable, nunca me he sentido mal aquí”

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S. tiene a su tía lejos, emigrada en Irán, soportando una situación muy difícil en ese lugar, al que llegó desde Afganistán. El deseo de ambas es que los padres de Z. y el resto de familiares puedan disfrutar de protección internacional en España también, de modo que todos los allegados estén agrupados cuanto antes.

La meta principal de S. es conseguir un empleo para cuidar de sus dos hijas, en cuyo futuro confía “que puedan avanzar y llegar a lo quieran, hasta la universidad. Tengo mucha esperanza”, asegura.

Como otros refugiados convive con una dicotomía emocional. La joven, contenta en España y en proceso de aprendizaje del idioma –hablar aún le cuesta un poco, pero entiende cada vez mejor–, está preocupada por sus opciones de trabajar.

“Tengo amigos de Alemania y Francia que me llaman y me dicen que allí la economía está mejor y se cuida más de los migrantes, y me invitan a irme, pero estoy acostumbrada a la gente de España, me gusta el trato, es muy amable, nunca me he sentido mal aquí”, afirma esta afgana.

Z. coincide en destacar la buena acogida que han percibido este año. “En cuanto aprenda mejor el español me gustaría trabajar en la costura, como en Afganistán, donde tenía una tienda”, señala.

Dos afganas refugiadas en Ourense, junto a profesionales de Cruz Roja. FERNANDO CASANOVA

En 2021, la Cruz Roja atendió en el programa de acogida de refugiados a 170 personas en la provincia

El programa de acogida de refugiados de Cruz Roja cuenta en Ourense con 42 plazas y dos fases que suman un periodo total de acompañamiento de 18 meses. La etapa inicial es de acogida temporal en un recurso residencial y la segunda, de preparación a la autonomía.

La ONG cuenta con viviendas en la ciudad y en O Barco de Valdeorras para los solicitantes de protección internacional o asilo. Las 42 plazas en pisos de acogida suelen estar cubiertas.

Entre las personas que pasan de la primera a la segunda fase y los nuevos solicitantes, en 2021, la Cruz Roja atendió en el programa un total de 170 personas en la provincia.

"Se trata de incidir en todas las esferas: personal, emocional, laboral, formativa, en el idioma... Lo abordamos todo. El objetivo es que tras 18 meses las personas estén en las mejores condiciones para ser autónomos y afrontar la vida que les espera"

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La ONG cree que al cierre de este año la cifra será inferior, puesto que el avance desde la acogida temporal a la preparación para la autonomía tiene periodos flexibles según los perfiles, las situaciones personales y las dificultades de adaptación y autonomía de cada beneficiario.

“Tenemos un equipo transversal de trabajo que interviene con todas las personas: educador social, trabajador social, psicólogo, asesor jurídico... Se trata de incidir en todas las esferas: personal, emocional, laboral, formativa, en el idioma... Lo abordamos todo”, resume María Martínez, que es la responsable del programa en Cruz Roja Ourense.

“Nuestro objetivo es que al final de los 18 meses las personas estén en las mejores condiciones para ser autónomos y afrontar la vida que les espera”, completa la experta.

María Martínez es la responsable del programa de refugiados en la Cruz Roja de Ourense. CARLOS PETEIRO

El aprendizaje del idioma es clave para favorecer la integración

“Por regla general”, responde, los refugiados acaban por establecerse en el lugar inicial de acogida. Salvo si surge una oportunidad laboral en otra ciudad, o por desplazamientos para vivir con algún conocido o familiar que esté en otro lugar, las redes que se tejen desde la llegada, como por ejemplo los vínculos que entablan los menores en el colegio, van forjando un arraigo.

En la etapa inicial de acogida temporal se llevan a cabo trámites administrativos, como el empadronamiento, la escolarización de los menores o la homologación de los títulos. El aprendizaje del idioma es clave para favorecer la integración.

"A veces, el aprendizaje depende más de tener mucha voluntad de aprender, de empaparse del idioma y las costumbres, de pedir que intenten hablarte en castellano, de llevar tarea para casa para aprender vocabulario"

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“Para un hispanohablante, la autonomía, la creación de una red de apoyo y la integración en el entorno cercano resulta más fáciles y espontáneos”, introduce Martínez.

“Lo más importante para aprender el idioma es tener voluntad de integrarse, aunque evidentemente influyen la edad, el nivel de escolarización o el conocimiento de otras lenguas como el inglés. Pero a veces depende más de tener mucha voluntad de aprender, de empaparse del idioma y las costumbres, de pedir que intenten hablarte en castellano, de llevar tarea para casa para aprender vocabulario...”, relata.

“Hay historias de vida duras; han dejado atrás situaciones muy complicadas que se notan a nivel emocional”

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La esfera emocional, que se resiente en todo proceso migratorio, al salir de un lugar peligroso del que algunos allegados no han conseguido huir, “condiciona la vida y la toma de decisiones”, confirma María Martínez.

“Todas las familias llegan con una mochila emocional. Hay historias de vida duras, han dejado atrás conflictos y situaciones muy complicadas que se notan a nivel emocional. Para ser autónomo es necesario tener todas las necesidades cubiertas y sentirse seguro a nivel emocional, esperanzado de que podrás afincarte y tener una vida autónoma aquí”, expone la responsable del programa.

María Martínez (i.) y otras trabajadoras de Cruz Roja del programa de acogida. INAKI OSORIO

Condicionan las circunstancias de cada familia, la realidad del país que dejan atrás, y también cómo ha sido la partida. “Hay diferencias a la hora de plantear la vida en España, y de abordar cómo será su proceso en uno o dos años, si el proceso migratorio ha sido más planificado y con algo más de tiempo, o si se trató de una salida urgente”, indica María Martínez.

Incluso con un mismo origen, los planes de vida en el país de destino que les da refugio pueden diferir. “Entre las personas procedentes de Ucrania, que han salido de un día para otro, dejando a parte de su familia allí, hay muchas que quieren volver, y se plantean la estancia como algo provisional, y otras a las que no queda nada en su país y pretenden iniciar en España una vida nueva”.

En su proceso de adaptación, las afganas S. y Z. están gratamente sorprendidas por la acogida y la tolerancia que han percibido desde su llegada a Ourense, cuyo paisaje y clima, a pesar del calor, les está gustando. También la tortilla.

“Nunca he tenido problemas con nadie, las personas son muy amables”, destaca Z. Por su parte, S. temía que, por su manera de vestir, con el pañuelo tapando su cabeza, “me pudieran tratar, hablar o mirar mal por ser emigrante, pero nunca he sentido esto con nadie, me tratan como si fuera una persona de su propio país. En ese aspecto, la gente de aquí demuestra ser culta”.

Antes de recalar en España, S. había estado emigrada en Irán y en ese país, pese a ser también musulmán como el suyo, “me despreciaron y me trataron mal por ser afgana. Me preocupaba que aquí también, pero nunca he sentido prejuicios”, explica con la ayuda de la traductora.

La adquisición del idioma y el trabajo de acompañamiento son pilares básicos en la intervención con personas refugiadas de cara al objetivo de que puedan llevar una vida autónoma. Además, entablar lazos fomenta el arraigo.

Las dos cuñadas, así como las hijas de S., han podido conocer a otros compatriotas desde su llegada a Ourense. Poder hablar, compartir momentos de ocio y también confidencias en los momentos de flaqueza emocional, también les resulta positivo.

S. y Z., en la sede de Cruz Roja en Ourense. FERNANDO CASANOVA

La demanda de protección internacional o asilo está condicionada por el contexto global, que en muchas ocasiones resulta impredecible. En los últimos años, el Gobierno de España, entre otros países de acogida, así como las entidades del tercer sector, han tenido que reaccionar ante crisis internacionales como la guerra en Siria, la vuelta al poder de los talibán y, unos meses más tarde, la guerra en Ucrania.

Además, hay otros puntos del planeta con problemas de violencia, pobreza o inseguridad que propician las migraciones.

Hay diferentes nacionalidades en el programa, dependiendo del contexto global. Nosotros hemos recibido en Ourense, asignadas por el ministerio, a personas sirias, venezolanas, colombianas, hondureñas, salvadoreñas, turcas, afganas o ucranianas”, indica María Martínez.

El programa de acogida de refugiados se ha seguido desarrollando de manera autónoma desde que la crisis de Ucrania y la salida masiva hacia el resto de Europa de damnificados por la invasión rusa obligó a redoblar esfuerzos, sin detraer plazas del programa convencional, recalca la ONG.

“Con un refuerzo de personal y voluntarios se habilitaron nuevos recursos, aunando esfuerzos para dar respuesta a la atención de personas procedentes de Ucrania desde marzo de 2022”, explica Martínez.

"No hay un trato diferente ni se ha dejado de atender a unas personas en detrimento de otras"

Cruz Roja cuenta en Ourense con dos centros de emergencia para la estancia y atención de ucranianos, con cerca de 100 plazas en total, de las que están ocupadas en torno al 70 u 80%.

¿Se ha olvidado el desastre de Afganistán? “En Cruz Roja no”, asegura la técnica. “No hay un trato diferente ni se ha dejado de atender a unas personas en detrimento de otras. Creo que el hecho de que ya tuviéramos experiencia con otras nacionalidades en el programa de asilo ha favorecido que, a la hora de trabajar y dar respuesta a la llegada de refugiados de Ucrania, todo haya sido más rápido”.

"La sociedad ourensana en general es solidaria"

María Martínez sí ha percibido muchos más ofrecimientos de numerosos particulares, entidades y concellos para aportar su grano de arena de solidaridad en respuesta a la crisis ucraniana, en comparación con otras. “Creo que tiene que ver con lo que ves en la televisión, pero cuando explicabas que hay otras situaciones y otras personas que necesitan ayuda se mostraban dispuestos. La sociedad ourensana en general es solidaria”, asegura la técnica.

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