Más de 500 son los refugiados que desde diciembre de 2016 llegaron a Ourense de diferentes partes del mundo. Al inicio la mayoría procedían de Siria –en guerra desde hace una década– y Venezuela –cuyos habitantes están ahogados económicamente–. Mohammad Ali Hoseini, sin embargo, procede de Afganistán –ese país del que tanto se habló en agosto y septiembre pero que casi ni se menciona en la actualidad–.

El joven, periodista y de 24 años, fue el protagonista de los ‘Almorzos On/Off’, que organiza el Colexio de Xornalistas, que tuvo lugar en el Liceo de la ciudad. “Como reportero suelo contar las historias de otros, pero hoy voy a hablar en primera persona”, comenzó explicando en su encuentro con diferentes medios de comunicación.

La gente en Afganistán perdió la esperanza. Lo perdieron todo, en realidad. Su país, sus trabajos, el derecho a la educación... En los últimos 20 años Estados Unidos estuvo ocupando nuestro país sin haber hecho nada por nosotros. Si querían ayudarnos, ¿por qué no se quedaron a luchar contra los talibanes ahora que realmente los necesitábamos?”, lamentaba con profundo pesar tras perder a amigos en varios atentados y ver cómo las bombas destruyen todo rastro de vida.

"En un futuro me gustaría poder continuar trabajando y ser útil para España. Percibo mucha amabilidad e interés por parte de la gente cuando cuento de dónde vengo y a qué me dedico"

En esta línea, el periodista cree que los norteamericanos perdieron la guerra e hicieron un pacto con los que ahora tomaron el poder por la fuerza, dejando a los civiles que allí viven vendidos a su suerte. “Es lo que opina la mayor parte de la gente que no pudo escapar”, sostenía.

Reconoce que la peor parte se la llevan las mujeres, que quedan excluidas de la enseñanza y el mercado laboral –al que sí tuvieron acceso durante las dos últimas décadas– en un país que ya designó a un ministro para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio que ha anunciado la segregación por sexos en la educación.

“Yo vivía bien en Afganistán. Tenía una vida. Pero si me hubiese quedado no sé si seguiría vivo. Aquí nadie puede matarme y entiendo que eso es bueno. Ourense es un sitio tranquilo y tanto mi familia como yo estamos a gusto”, contó Mohammad que, junto a sus padres y hermano, asiste dos veces al día a clases de español para aprender cuanto antes el idioma.

"No entiendo cómo cada vez se habla menos de Afganistán en los medios de comunicación. Continúan siendo asesinados y en pésimas condiciones de vida. Pero ya no se muestra como hace unos meses"

“En un futuro me gustaría poder continuar trabajando y ser útil para España. Percibo mucha amabilidad e interés por parte de la gente cuando cuento de dónde vengo y a qué me dedico. En general, son muy amables con nosotros”, explicaba sobre cómo se han sentido desde que llegaron.

Su padre ya había sido refugiado en Irán. De hecho, él mismo nació en el exilio y no pudieron regresar hasta el año 2002. Pero bajo la influencia de EEUU no se habían planteado nunca que tendrían que volver a irse de Afganistán. “Estoy agradecido, muy agradecido, de estar aquí. Pero no me puedo sentir del todo bien cuando mi país se encuentra en la situación actual”, señaló Mohammad.

El periodista afgano, entre Felipe González, que ha hecho de traductor, y el decano de los profesionales en Galicia, Paco Sarria. // IÑAKI OSORIO

Parte de su familia –tíos y primos– y muchos amigos y compañeros de profesión siguen sin poder salir del país. “No entiendo cómo cada vez se habla menos de Afganistán en los medios de comunicación. Continúan siendo asesinados y en pésimas condiciones de vida. Pero ya no se muestra como hace unos meses. Creo que esto es porque algunos países no quieren que se vea a los talibanes como terroristas. Quizás lo que quieren es reconocerlos como gobierno, pero eso solo hará que maten más y más”, denunció.

La mitad son menores

Desde Cruz Roja –entidad encargada de organizar la llegada de refugiados y darles soporte– explicaron que en Galicia no era habitual la acogida de personas. Pero los últimos años se dieron conflictos que provocaron un aumento de la demanda de solicitudes de asilo.

El perfil de los que llegan a la provincia es el de familias con niños pequeños a cargo. “Si tuviéramos que dar un porcentaje podríamos afirmar que en torno al 50 % son menores y el otro 50 % son adultos”, destacó María Martínez, técnico del programa en Ourense.