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La víctima fue un triple homicida

“Fernando no se fugó, era un preso ejemplar, guardaba el dinero para una casa y para vivir con su hermano”

Planeaba no volver a la granja donde presuntamente lo mataron: “Iba a ser el último fin de semana, ya no se sentía bien tratado”, afirma un abogado que ayudó a su reinserción

Un abogado que ayudó a la reinserción de la víctima declaró como testigo. IÑAKI OSORIO

Más de una decena de testigos prestaron declaración este miércoles en el juicio con jurado contra Francisco Javier G. H. y Óscar G. L., los acusados de asesinar para robarle la herencia, en agosto de 2018, durante un permiso de salida de fin de semana, al recluso Fernando Iglesias Espiño, un triple homicida al que le quedaban un par de años para saldar la condena por el crimen de su mujer y sus dos hijos, en Gran Canaria en 1996.

Varios de estos testigos son personas del entorno carcelario, a los que, cuando se produjo la desaparición de Espiño, no les encajaba que se hubiera fugado, una teoría inicial de investigación que la Guardia Civil descartó, reuniendo varios indicios de un presunto asesinato.

“Me sorprendió un poco cuando dijeron que había desaparecido, y a los funcionarios también les extrañaba mucho que se hubiera fugado”, manifestó un exrecluso. “Fernando quería comprar una casita y vivir con su hermano”, añadió.

En la prisión se sabía que había cobrado una herencia. Este preso admitió que temía que le pudiera pasar algo a la víctima por culpa del dinero, el móvil que manejan los investigadores. Los acusados retiraron presuntamente 22.490 euros en los 13 días siguientes al homicidio. Era el dinero de la herencia materna –ingresó 26.000 en julio– que la víctima tenía para hacer su vida cuando liquidara su pena de prisión.

Entre los testigos del ambiente penitenciario se subió al estrado un amigo de la víctima. Este hombre solía invitar a Espiño a su casa en sus permisos de salida, en los que el asesinado acudía a una granja gestionada por Francisco Javier en Maside donde presuntamente ocurrió el crimen. “Fernando quería alquilar una casa, sacar a su hermano de la residencia y su ilusión era tener un perro”, aseguró este exrecluso.

“Quería guardar el dinero para cuando saliera”

Hasta el punto de que se medía en los gastos, lo que no encajaría con que él fuera el que vació las cuentas en menos de dos semanas, hecho que la Fiscalía atribuye a los encausados tras el crimen.

"Una persona que está 22 años esperando a acabar la condena, que quebrante y se vaya en el momento en el que le dan la libertad condicional no tiene sentido ninguno"

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“Quería guardar el dinero para cuando saliera”, declaró su amigo. Ni siquiera se planteaba acudir en los permisos a una pensión, en lugar de a la granja, para poder ahorrar así los 50 euros del alojamiento. “Cuando saliera, él y su hermano tenían que vivir de ese dinero. Quería guardarlo para poder jubilarse después de los dos años de condena que le faltaban”, repitió el testigo.

Cuando pasaron los días sin que Iglesias Espiño diera señales, este antiguo reo se extrañó. Aún más cuando la línea inicial del caso apuntaba a una fuga. “Me dijeron que había quebrantado, lo que me parecía imposible. Una persona que está 22 años esperando a acabar la condena, que quebrante y se vaya en el momento en el que le dan la libertad condicional no tiene sentido ninguno”.

“No tenía otra ilusión que vivir tranquilo y tener un perro, es imposible que se fuera”, reiteró. Lo de ve la misma manera un funcionario de prisiones citado como testigo. “Le quedaba muy poco. Quería ver si acababa y su idea era comprar una caravana y vivir en ella, es lo que decía”.

"Había interiorizado la pena, la asumía y se sentía responsable"

También testificó un abogado de la comisión de asistencia jurídica que asesora a los reclusos de forma gratuita. A Iglesias Espiño lo conoció a principios de siglo y la relación era cercana, dentro del compromiso de este letrado por ayudarle a la reinserción social. Al profesional le resultaba imposible que se hubiera fugado.

“Llevaba 20 años de cumplimiento, con permisos desde 2012. Era un recluso ejemplar, sin faltas. Había interiorizado la pena, la asumía y se sentía responsable”. Había trabajado en el centro penitenciario y podría salir con un subsidio de desempleo con el que llegar hasta la jubilación.

“Tenía la perspectiva de comprar una autocaravana, asumir la tutela de su hermano y vivir tranquilo”. Una idea, la de la caravana, que, según el exrecluso que era su amigo, Iglesias fue descartando por la de tener “una casita y un trozo de terreno, para poder tener un perro”.

El último contacto que el letrado tuvo con Espiño fue cuando este le comunicó que la junta de tratamiento de Pereiro le había otorgado la libertad condicional. “Yo le contesté que empezaba una nueva etapa”.

El crimen ocurrió el sábado 11 de agosto de 2018, según la Guardia Civil. El domingo, el letrado lo llamó y no le contestó. El lunes, cuando la víctima llevaba dos días fallecida según los investigadores, el abogado recibió un wasap del móvil de Espiño. “Me contestaron con frases que no eran propias de Fernando”, manifestó el profesional. “Me llamó la atención la manera de enviármelo. Y visto lo que pasó no era él”.

La granja de Maside donde los investigadores de la Guardia Civil sitúan el crimen, el sábado 11 de agosto a mediodía. BRAIS LORENZO

La intención del recluso era no volver más, tras esa salida que resultó fatal, a la granja de Francisco donde presuntamente lo mataron. “Él tenía claro que iba a ser el último fin de semana que iba a ir. Allí ya no se sentía bien tratado”, afirma el abogado. Sin embargo, una prima de la víctima dice que Espiño sí estaba “contento” en la granja.

El letrado dijo al jurado que “la gente se aprovechaba” de este recluso, porque, a pesar de su terrible historial criminal, “era bondadoso”. Cuando alguien le dejaba dinero, anotaba las cifras para poder devolverlo llegado el momento.

Unas dos semanas antes del crimen, Óscar G. L. golpeó con una barra de hierro a Iglesias Espiño, tras esperarlo en una vivienda sin habitar propiedad de la madre de Francisco, a unos 500 metros de la granja. La versión del acusado es que lo había confundido con otro varón del que sospechaban que estaba robando herramientas.

El encausado Óscar G. L., a su llegada al juicio bajo custodia de la Guardia Civil. INAKI OSORIO

“Yo no los vi, pero vamos, blanco y en botella”

El encausado Francisco “lo mandó a que fuera a por una rebarbadora. Cuando llegó, entró a un bajo sin luz y vio unos pies, pero pensó que eran unos zapatos. Le bajaron un hierro y le dieron en el brazo y en la cabeza. La explicación que le dieron es que creían que era un ladrón, pero tiene poco sentido”, declaró su amigo de la cárcel.

La expareja del acusado Francisco Javier G. H.: “A Fernando se le trataba como a uno más de la familia. Venía a la granja, se le dejaba dormir allí, se le daba de comer y prácticamente se le mantenía”

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La Guardia Civil cree que fue un intento previo de asesinarlo, fallido. La causa de la muerte violenta de Espiño, en agosto, fue un traumatismo craneoncefálico provocado, según la autopsia, por un objeto contundente. El testigo subrayó que el fallecimiento se produjo cuando estaba con los acusados. “Yo no los vi, pero vamos, blanco y en botella”.

La expareja de Francisco negó que hubiera problemas económicos en la granja –el dinero es el supuesto móvil del crimen– y afirmó que el acusado no era violento ni agresivo –lo mismo dijo su primo–, en contra de lo que cree la Guardia Civil.

“A Fernando se le trataba como a uno más de la familia. Venía a la granja, se le dejaba dormir allí, se le daba de comer y prácticamente se le mantenía”, dijo.

El acusado que retiró el dinero pagó “todo” en tres fiestas: "Sacaba dinero, no sabemos de dónde"

En la sesión de este miércoles, declaró una mujer que estuvo en varias fiestas junto al acusado Óscar G. L., autor confeso de las retiradas de dinero de la víctima. “Él sacaba dinero y no sabemos de dónde. Pagaba todo”, aseguró esta testigo.

Unos 1.000 euros pudo gastarse en tres fiestas en Mesego, Maside y en lstoria, en Ribadavia. En esta localidad, la mujer vio cómo acudía al cajero a retirar efectivo. “Dijo: ‘Esperadme aquí, que voy al cajero’”.

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