“Hay tantas casas cerradas y abandonadas por toda España que podían ser refugio de muchas personas, ahora mismo ucranianas, que lo necesitan”, es la reflexión que hace la ourensana Sandra Lorenzo, después de dar vida a una iniciativa para acoger a 9 refugiados y crear una comunidad entre familiares, amigos y amigos de amigos que aportan lo que tienen y lo que pueden.

La ourensana dice que “incluso desde La Palma, que mira que mal lo pasaron, una conocida nos hizo una transferencia de dinero, la verdad está siendo una avalancha preciosa”.

“No nos esperábamos tanta ayuda"

El conflicto bélico ya suma 25 días y hace diez que las primeras familias llegaron a una casa cedida por los suegros de Sandra. “Todo empezó porque vimos como estaba esa gente. Tanto mi marido como yo pensamos que podíamos ayudar a una madre y un hijo porque podíamos liberar una habitación donde dormían nuestros hijos y cedérsela temporalmente. Desde ese día, nos pusimos en contacto con ONG y asociaciones pero solamente nos contestó una, porque están desbordadas. Después pensamos de qué forma podíamos ayudar a más gente y mis suegros tenían una casa en una localidad de Madrid que había dejado el arrendatario hace poco, se lo propusimos y aceptaron encantados”, dice la ourensana.

Tras aceptar, pidió ayuda a familiares y amigos más cercanos sin saber que la solidaridad se contagia a un ritmo acelerado. Sandra explica que “no nos esperábamos tanta ayuda, algunos cedieron muebles, otros ropa pero lo que más nos sorprendió es que cada gente que llegaba a la casa para adecuarla y acondicionarla se sumaban a la causa. Por ejemplo, el técnico del gas que vino no nos cobró el desplazamiento, otro amigo de una amiga que reparte leña a un restaurante nos dio un saco y nos dijo que el lunes nos descargaba un camión gratis. También va a venir una empresa de mantenimiento y nos dicen que vienen gratuitamente, está siendo todo una cadena tan larga que estamos muy agradecidos”.

Una de las habitaciones de la casa, siendo acondicionada. //FdV

Familias refugiadas

Sandra y su marido cedieron una de la casa de sus suegros a tres familias ucranianas, que cogen confianza y cumplen con los trámites burocráticos y administrativos correspondientes. La ourensana dice que “llevan diez días con nosotros pero es que lo estamos viviendo todo muy rápido. Ellas tuvieron una odisea para salir y también para llegar, pero estamos cumpliendo con todos los trámites para que se integren rápido. Para los papeles estuvimos ocho y diez horas en la Comisaría pero los conseguimos y este lunes (mañana) empiezan los chicos y chicas las clases en un colegio”.

Sandra habla acelerada, porque todo lo que está viviendo lo ha hecho en un corto periodo de tiempo. Para que los niños y niñas empiecen bien el colegio, han pedido ayuda para material y unas jóvenes que están empezando a trabajar les compraron mochilas, bolígrafos y libretas. Y añade que “una de las mujeres ya tiene varias entrevistas de trabajo, sabe algo español y habla bien inglés, por lo que no tardará en encontrar trabajo”.

“Estamos esperando a una mujer embarazada de 35 semanas"

La iniciativa de Sandra es anónima y particular, como otras muchas que no buscan reconocimiento público, si no el mero hecho de hacer por alguien lo que a uno le hubiera gustado que hicieran por él. Sandra alega que “si dando a conocer esta iniciativa comunitaria otra gente se da cuenta de que puede ayudar, pues bienvenida sea, porque todos o casi todos sabemos o conocemos a personas que tienen casas abandonadas o sin habitar en pueblos o ciudades”.

Contrató wifi con una compañía, están acabando de acondicionar la casa, cada vez se suma más voluntarios y hay más donaciones en forma de comida o ropa. La comunidad que creó esta ourensana y su marido arropa a 9 personas, que pronto se incrementarán en 14, y dos más que irán a su casa: “Estamos esperando a una mujer embarazada de 35 semanas. Esperamos que pueda salir del país y comprarle un billete. Porque es una persona en estado y en cualquier momento puede tener al bebé”. Lejos de cesar en su solidaridad, están pensando en una segunda casa para acoger a más. personas “Solo queremos ayudarles, es lo que quisiera que hicieran por mí”, dice Sandra.