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Ourense concentra la mitad de las casas nido de Galicia y ya duplica el servicio en 6 concellos

Lara Raña coge en brazos a uno de los menores usuarios de la casa nido Arrolos, en Beade. BRAIS LORENZO

La puesta en marcha de casas nido en localidades del rural impulsada hace seis años para favorecer la conciliación laboral de las familias con niños de 0 a 3 años encontró en Ourense un amplio terreno de implantación. La medida, dirigida a núcleos de menos de 5.000 habitantes en los que no había escuelas infantiles ni puntos de atención continuada a la primera infancia, arrancó con una fuerte demanda en la provincia.

En la primera convocatoria lanzada por la Xunta en 2016, Ourense estrenó 16 casas nido, liderando desde el inicio la implantación de este recurso, que oferta 5 plazas por casa y es gratuito para las familias. Seis años después, la provincia concentra 44 de las 89 casas habilitadas en el conjunto de Galicia, la mitad.

Además, coincidiendo con el sexto aniversario de la puesta en marcha de este servicio, la Consellería de Política Social ha concedido una ayuda adicional de 500 euros a las casas que han cumplido seis años de actividad para afrontar gastos y renovar mobiliario y material.

Soraya Rodríguez puso en marcha una de las primeras casas nido de Ourense, en A Veiga. FdV

La fórmula, que empezó como una experiencia piloto, es hoy un recurso consolidado que incluso se ha duplicado en seis municipios. Castrelo do Val, Castrelo do Miño, Cortegada, Maside, Monterrei y A Veiga ya cuentan con dos casas nido cada uno. En este último está una de las pioneras, la casa Meniñeiros, de Soraya Rodríguez Valle, que recuerda un inicio marcado por la incertidumbre. “No sabía cómo iba a resultar y si iba a ser por mucho tiempo porque todo depende de la natalidad”, recuerda. Pasados seis años no solo continúa con su proyecto sino que hay una segunda casa nido en A Veiga. “Las dos están llenas y con lista de espera”, apunta.

“Gracias a esto la gente se anima a quedarse o a venir aquí, es un punto a favor para dar ese paso”

Soraya Rodriguez Valle - Casa Meniñeiros, en A Veiga.

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Soraya reconoce que este servicio es un apoyo muy importante para las familias y un recurso muy relevante en el rural. “Gracias a esto la gente se anima a quedarse o a venir aquí, es un punto a favor para dar ese paso”, apunta. También es un servicio muy valorado por las familias, puesto que oferta un máximo de cinco plazas y, por lo tanto, una atención más personalizada.

Thamaris Cerqueira, durante una fiesta en la casa nido Formiguiñas, en Maside.

Un servicio "muy necesario"

“En otras escuelas infantiles ves que van a la carrera, con horarios muy estrictos y todo como muy automatizado, pero esto te permite ofrecer una atención más familiar, más individualizada. El ritmo en una casa nido es más pausado”, señala otra de las pioneras, Lara Raña, promotora de la casa Arrolos, en Beade. Diplomada en Educación Infantil hacía sustituciones en centros Galiña Azul cuando salió la primera convocatoria. “Me presenté y para mí fue una forma de encontrar un trabajo que me diera estabilidad, y a la vez ofertar un servicio que empezaba a ser muy necesario”. Presentó un proyecto y se quedó en lista de espera, pero finalmente accedió por una renuncia y montó la casa en un local cedido por el concello.

“Pasas de no tener nada y depender de los abuelos o del coche, a tener esto al lado de casa”

Lara Raña Serrano - Casa Arrolos, en Beade.

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“El jueves cumplí cinco años y estoy muy contenta; mientras haya niños, mi idea es continuar”, señala. Este sistema, añade, “encaja con mi forma de entender la crianza de 0 a 3, de aprender con ellos siguiendo sus ritmos”. Por cuestiones sanitarias derivadas de la pandemia, la actividad de la casa se ha abierto más al exterior, “y esto ha sido un descubrimiento, aprenden mucho en el entorno y disfrutan de la naturaleza”, apunta Lara.

Usuarios de la casa Meniñeiros (A Veiga) durante un paseo. | // FDV

Las casas nido reciben subvención de la Xunta y están dirigidas por promotoras autónomas que pueden emplazar el proyecto en su propia vivienda o en un local cedido o alquilado. La incertidumbre con la que se lanzaron a esta aventura las pioneras hace seis años desapareció enseguida al recibir el apoyo de las familias. “Es un servicio muy valorado porque pasas de no tener nada en tu municipio y depender de los abuelos o del coche, a tener esto al lado de casa”, destaca Lara.

Celebrando los 5 años de la casa Formiguiñas, de Dacón (Maside). FdV

“Este trabajo es muy vocacional y un estilo de vida”, apunta Thamaris Cerqueira, que dirige la casa Formiguiñas, en Dacón (Maside). Ella tenía estudios de Psicología y obtuvo la acreditación oficial a través del curso para promotores de casas nido que ofertó la Xunta en la primera convocatoria.

“Este trabajo es muy vocacional y un estilo de vida”

Thamaris Cerqueira - Casa Formiguiñas, en Dacón, Maside.

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Pone por delante la atención personalizada de estas casas en la que “trabajas con los niños, pero también con las familias”. La ayuda adicional de 500 euros, apunta, era necesaria porque, al igual que todos los sectores, estas casas también afrontan la subida de precios en suministros y un desgaste del material. En su caso, lo ha invertido en un parque exterior para los pequeños.

María, con los usuarios de la casa nido Pequerrecho, en Leiro. BRAIS LORENZO

“Es un proyecto muy bonito que llama a volver al rural”

María Fernández estaba preparando una oposición para Educación Infantil cuando salió la primera convocatoria para la creación de casas nido. “Me embarqué en el proyecto sin saber qué iba a pasar, con dudas y miedo porque esto era un trabajo y la oposición, si salía, un puesto fijo”, relata. Apostó por las dos opciones y salió la casa Pequerrechos, en Leiro, la primera que abrió sus puertas en Galicia, el 2 noviembre de 2016. “Volvería a hacerlo. Es una experiencia superbonita, tener el trabajo en casa y ver a los niños crecer”.

Ella también ha evolucionado con el proyecto: “El primer año lo afrontas como una experiencia y poco a poco vas aprendiendo y cambiando métodos siempre con la idea de que tienes que dar lo mejor de ti a 5 niños”. La clave, y en esto coinciden todas las promotoras, es el diálogo constante con las familias, con las que se pactan los horarios. “Llegué a tener a 10 niños en turnos de mañana y tarde para que nadie se quedase fuera y que todas las familias pudiesen conciliar”. Un elemento clave para poder fijar población en el rural. “Las casas nido son un proyecto muy bonito, una forma de llamar al rural, de que la gente joven se vuelva a instalar en los pueblos”, señala.

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