Un matrimonio ucraniano, afincado en Ourense desde hace 13 años, recoge material sanitario, ropa y alimentación para enviar a Ucrania. Piden colaboración a la sociedad ourensana para hacer llegar pañales y ropa para bebés y recursos para personas mayores. También recogen material femenino y todo tipo de conservas. El Concello de Coles les dejó el edificio de Protección Civil para hacer su base de operaciones. Todo para cubrir necesidades y frenar el avance ruso.
Yuriy y Oksana escuchan en directo la radio ucraniana. Oksana traduce que “están bombardeando una ciudad cercana a Kiev”. Durante unos segundos el ucraniano, hace el silencio en el edificio de Protección Civil de Coles. El séptimo día de la guerra se está viviendo desde las ondas de radio, que proporciona un radioaficionado ourensano. El matrimonio permanece atento mientras el tono de los locutores indica que hay un ataque. Yuriy lo resume así: “Se están resistiendo, nuestros ucranianos se están resistiendo, hay momentos en los que ellos avanzan por el norte, pero después nosotros le volvemos a ganar terreno”. Es una guerra de dominio ruso por el aire y resistencia ucraniana por tierra.
“Ahora mismo lo que más necesitamos son ropa de abrigo, guantes, gorros y calcetines"
En un momento dado, Oksana envía un mensaje a su gente y se echa a llorar. La invasión rusa es la antesala de una posible tercera guerra mundial. Yuriy explica que “Putin estuvo haciendo entrenamientos con su ejército durante año y alimentó su armamento dijo que nunca atacaría Ucrania y mira ahora, no es una persona que cumpla su palabra”. Ante la pregunta si es el preámbulo de una tercera guerra mundial dice que “nunca se sabe, por qué no, Putin es un demonio y no se puede fiar uno de él, si invade Ucrania, no creo que tarde en hacerlo en Polonia”.
Mientras el matrimonio habla y escucha la radio en directo, son una decena de vecinos y vecinas los que se acercan al puesto de la Protección Civil de Coles para dejar ropa de bebé, conservas, alimentación no perecedera, ropa de abrigo y pañales. Yuriy dice que “ahora mismo lo que más necesitamos son ropa de abrigo, guantes, gorros y calcetines para los militares que están combatiendo ante los rusos, porque no se pueden duchar y necesitan cambiarse de ropa”. Y añade que “también trabajan por la noche y se mueven por la noche por lo que necesitamos también focos para poner en la cabeza, porque ellos van muy cargados”.
En las cajas se lee en ucraniano, pañales, cazadoras, conservas y pasta. Oksana casi se hecha a llorar cuando mete una lata de un zanco de pollo para enviar a Ucrania. La solidaridad con su gente se siente en toda la provincia y la agradecen tocándose el pecho e inclinando la cabeza.
Su familia
El ucraniano dice que “soy más útil aquí que en la guerra, recogiendo cosas de forma solidaria, como mi hijo de 30 años que está en Hamburgo, que recaudó más de 12.000 euros para comprar cosas para enviar a Ucrania. El otro día le preguntaron por qué no iba a la guerra y dijo que no tenía entrenamiento, que era más útil recaudando cosas que muriendo al instante”.
“Sentimos rabia, mucha rabia"
Necesitan medicinas contra quemaduras, esparadrapo y vendajes para parar sangre y pastillas o cremas contra el dolor. Su hermano está jubilado pero ahora es soldador en Sokal de rizos de hierro para hacer barricadas para que no pasan los rusos, otro sobrino de 18 años está luchando en Lugansk y tiene otros dos sobrinos que están entrenando en las milicias y esperando las armas para ir al frente.
Sobre cómo se sienten dice que “sentimos rabia, mucha rabia, la única forma que haya paz es que abandonen nuestro país, porque no nos rendiremos, queremos a nuestro país y lo vamos a seguir defendiendo”. Desde Coles, hacen todo lo que pueden para enviar material sanitario, de ropa y alimentación a sus iguales. Todo para intentar resistir, todo para frenar a Putin