Un disparo accidental en una batida de caza en O Irixo, el 12 de noviembre de 2017, cuando tenía 47 años, le cambió la vida a peor. El impacto en la mano izquierda causó daños con secuelas que limitan actos de la vida cotidiana como ducharse, ponerse unos calcetines, cocinar, comer o lavar los platos, además de tener que comprar en su día un vehículo adaptado.
“No puedo cortar la comida, antes cocinaba y colgaba la ropa y ahora no. Tengo unas secuelas de frío enormes, la mano ni me dobla ni hace ninguna función. Además, en el hombro sufro un pinchazo constante y adelgacé 35 kilos porque psicológicamente me afectó”, relató la víctima en el juicio, ayer, en el Penal 1 de Ourense
La Fiscalía no formula acusación, al entender que el disparo, ocurrido al término de una batida de jabalí en O Irixo, el 12 de noviembre de 2017, fue fortuito, durante la descarga del rifle por parte de otro cazador
Le diagnosticaron una “mano catastrófica”. Fue intervenido varias veces. Desde los 49 años tiene reconocida una incapacidad total. Era albañil, cobraba entre 1.200 y 2.000 euros al mes –afirma–, y ahora percibe una pensión de 686, que este mes le ha subido a 710. Su abogado solicita 331.000 euros de indemnización, tras rebajar la petición inicial, de 400.000.
La aseguradora ya ha ingresado unos 100.000. Las partes exploraron la posibilidad de un acuerdo de conformidad y al perjudicado se le ofreció una indemnización de 200.000 euros, pero decidió que el juicio se celebrara. La Fiscalía no formula acusación, al entender que el disparo, ocurrido al término de una batida de jabalí en O Irixo, el 12 de noviembre de 2017, fue fortuito, durante la descarga del rifle por parte de otro cazador.
"Quise descargar el arma y, por desgracia, pasó lo que pasó"
Quería descargar el arma, sin abandonar la zona de su puesto, y se le disparó accidentalmente, sostiene, sin saber dónde se encontraba el perjudicado. “Dieron la orden de recoger los perros y lo más prudente que se me ocurrió fue descargar el arma, como hago siempre. La tenía colgada, la descolgué y, cuando la quise abrir, pasó eso. En ese momento no escuchaba a nadie a mi alrededor. No tenía el dedo en el gatillo, no sé si me enganchó, no sé lo que pasó. No sé si fue un fallo del arma o qué pudo pasar. Yo la quise descargar y, por desgracia, pasó lo que pasó”, relató el acusado.
La Guardia Civil: "Fue una negligencia o imprudencia. Se infringió la norma de seguridad"
El perjudicado se encontraba en una pista en la que estaban los vehículos, para la recogida de los perros, a unos 8 metros de distancia del autor involuntario del disparo. “Llevé el tiro de frente, pero no vi de dónde me vino. No sé dónde estaba él. Pero somos compañeros, no lo iba a hacer intencionadamente”, expuso la víctima.
“Es una zona donde está prohibido llevar el arma cargada. Fue una negligencia o imprudencia. Se infringió la norma de seguridad”, afirmó en el juicio uno de los guardias civiles que participaron en la inspección ocular, efectuada en base a las versiones de los presentes. “No sabemos si tenía visión con el lesionado, porque no estábamos allí”, respondió el agente.
La Fiscalía considera que los hechos fueron una imprudencia leve, que no es delito desde la reforma del Código Penal de 2015. La acusación particular, que pide la pena mínima para el acusado, califica como lesiones imprudentes menos graves. La magistrada del Penal 1 resolverá el encaje de los hechos. Si la vía penal se cierra de forma insatisfactoria, a la víctima le quedaría la acción civil.