Las dos mujeres investigadas por matar mediante asfixia a una amiga en O Barco –F. A., de nacionalidad nigeriana, su compañera de piso, y E. A. L., brasileña– ingresaron este jueves en el centro penitenciario tras acordar el juzgado de Instrucción 1 de O Barco la medida de prisión provisional, comunicada y sin fianza. Se les atribuye un delito de homicidio o de asesinato, por determinar hasta el juicio, que será con jurado.

Las dos mujeres prestaron declaración: la primera, al fiscal y las defensas. La segunda, solo a su abogado. Ambas niegan los hechos pero hay indicios que las cercan. Sus móviles las ubican en el lugar del crimen durante toda la noche anterior a que decidieran alertar a los servicios de emergencia y fingieran reanimarla. Además, una grabación en vídeo contradice la versión de la compañera de piso: volvió a la escena. Se cree que el asesinato tuvo lugar entre ocho y diez horas antes de que las presuntas asesinas avisaran de su propio crimen, fingiendo también estar afectadas.

F. A., que asegura que intentó reanimar a su compañera siguiendo las indicaciones del operador de emergencias a través del teléfono, declaró que tanto ella como la joven estuvieron cenando juntas en casa y después se fueron a dormir a sus habitaciones. Según su versión, se despertó y se marchó, para ir al banco y a tomar café, suponiendo que su compañera Leticia dormía. Declaró que, al regresar, la encontró muerta.

"Mi hermana confió en ella, decía que era como su segunda mamá y le hizo esto. No tiene perdón"

Alicia Magalí - Hermana de la víctima

Una grabación demuestra que, la mañana previa a que alertara de los hechos, regresó a la escena del crimen. No lo dijo con anterioridad a la Guardia Civil –cuando aún era solo una testigo– porque no le preguntaron, aduce.

Entre los móviles que barajan los investigadores de la Policía Judicial figuran el económico –la víctima era el sostén de varios miembros de su familia y solía enviar cantidades a través de terceras personas–, las rencillas o los celos de índole profesional en el ámbito de la prostitución. Se investiga si su compañera de piso, a la que supuestamente había dejado dinero en alguna ocasión, estaba molesta por el hecho de que Leticia tuviera más clientes y mayores ingresos.

La mujer nigeriana admitió que la víctima ganaba más que ella pero negó que le tuviera envidia por esa razón. F. A., en la línea de mantener su inocencia, aseguró sentirse muy apenada por los hechos porque eran amigas.

La mujer brasileña, que también trabajaba en un club junto a la otra investigada y la víctima, afirma que estuvo esa noche pero después se marchó, mientras que los posicionamientos indican que no se fue.

Alicia Magalí, hermana de la víctima, junto a otros allegados. // IÑAKI OSORIO

“Desde el primer momento dije: que me perdone Dios si no es ella”

Familiares y allegados de la víctima, Leticia Magalí, de 29 años, se congregaron ayer en el juzgado para pedir justicia. Varios increparon a las sospechosas a su llegada bajo custodia de la Guardia Civil. La hermana, Alicia, sospechaba de la compañera de piso desde el principio.

Las había visto hablar en “señas” estando presente, tras los hechos, y eso la hizo desconfiar. “Desde el primer momento dije: que me perdone Dios si no es ella”, en referencia a la compañera de piso. “Yo lloraba, ella se rió con la amiga y dijo: mejor reír que llorar”. La familia desea que “no salgan nunca más, que se queden para siempre en la cárcel. Mi hermana confió en ella, decía que era como su segunda mamá y le hizo esto. No tiene perdón”. lamentaba Alicia. “Por una parte estamos felices porque van a pagar por lo que han hecho. Mi hermana va a descansar”.

El 10 de septiembre, esta familiar fue alertada de que en el piso de Leticia había presencia policial. Llamó por teléfono a su hermana y a F. A. Esta última le dijo: “Es que no puedo hablar. Ellas ya sabían qué pasaba en la habitación y se burlaban de mí: es que la policía está hablando con ella en la habitación. Ellas estaban cuchicheando, en todo momento se comunicaban entre ellas en señas, ojo a ojo. Ahí ya me aparté de ellas, me senté en una esquina y dije: fueron ellas”, afirma. Por el momento no hay acusación particular personada en la causa.