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Así es la Subdelegación de Defensa

La casa de Defensa en Ourense: 10.000 consultas al año en un edificio con historia

Presta asistencia al estilo de la Seguridad Social a 4.000 militares y guardias en activo y retirados | También da trámite a reclutamientos y solicitudes de civiles para el cómputo en la jubilación del tiempo de servicio militar

Militares y funcionarios, con el coronel subdelegado (segundo por la derecha). // IÑAKI OSORIO

Un edificio neogótico de principios del siglo XX, una obra del arquitecto Daniel Vázquez-Gulías (Beariz, 1869 - A Coruña, 1937) con protección de Patrimonio –desde su estructura hasta buena parte del mobiliario–, con un patio y un jardín con naranjos que rodean la sede en pleno centro de la ciudad, aloja a la Subdelegación de Defensa en Ourense.

La casa en la provincia de esta administración atiende unas 10.000 consultas anuales y presta asistencia a unos 4.000 integrantes de las fuerzas armadas y guardias civiles, en activo y retirados, además de resolver trámites como las instancias para opositar al ejército y al instituto armado, o las solicitudes para que el periodo de servicio militar se compute en el cálculo de la jubilación.

Veintidós personas trabajan en la subdelegación, ubicada en Paseo, 35: diez son militares –tres, guardias– y doce son funcionarios (dos, de la categoría de personal laboral). Al frente se encuentra el coronel de Infantería Gustavo Doncel (Madrid, 1961), subdelegado de defensa en Ourense desde hace casi cinco años e integrante del ejército desde 1980.

El coronel subdelegado con un grupo de funcionarios. // IÑAKI OSORIO

El edificio, promovido por el obispo Carrascosa y continuado por Yllundain, su sucesor en la Diócesis –los escudos de ambos religiosos flanquean una estatua de San Rosendo en la fachada–, fue concebido como un lugar de descanso para los sacerdotes.

“En 1908, se convirtió en un colegio de los Maristas. Tras dedicarse a partir de 1918 a la atención de la primera pandemia, la gripe española, en 1921 volvió a ser colegio de los Maristas, primero, y hasta 1936, centro de estudios Concepción Arenal. Llegó la Guerra Civil, se convirtió primero en un hospital militar, luego en una oficina de falangistas y, en 1938, en el Gobierno Militar. En 1952 se le compra el edificio a la Iglesia por unos 2 millones de pesetas. En 2002, de ser Gobierno Militar pasó a Subdelegación de Defensa. Es un edificio con historia”, subraya Doncel, repasando el tiempo.

Vista desde la calle del Paseo de la sede de Defensa en Ourense. // IÑAKI OSORIO

En su despacho, en la antigua dependencia del coronel que hoy forma parte de una de las oficinas funcionariales y en otras estancias, permanecen mesas macizas, sillas señoriales y mobiliario antiguo cuyo uso, en tiempos de lo digital, se sigue aprovechando, para respetar el valor patrimonial del conjunto. “El edificio sigue como hace más de un siglo, y cada vez que necesitamos algún arreglo o modificación tenemos que solicitar permisos a Patrimonio”, señala el subdelegado.

Mobiliario antiguo y un cuadro inventariado, en la sala anexa al despacho del coronel. // IÑAKI OSORIO

La zona interior que más ha cambiado, la piel más rejuvenecida, está en la planta baja, donde se lleva a cabo la atención al ciudadano.

Buscamos ser oficina única, para que la persona no tenga que ir de un sitio a otro, sino que la gestión con el funcionario resulte completa. La consulta se soluciona en unos minutos y, si es necesario, después se llama por teléfono al solicitante o se le envía la documentación por correo electrónico para que no tenga que acudir. El grado de satisfacción es alto. Nos podemos permitir una atención muy personalizada”, destaca el responsable de la sede de Paseo.

En la planta baja del edificio, cuyo acceso vigila la Guardia Civil, se encuentran las dependencias del Instituto Social de las Fuerzas Armadas (Isfas), un organismo dependiente del Ministerio de Defensa que se encarga de la gestión del régimen especial de seguridad social de los miembros del ejército, la Guardia Civil, el personal estatutario del CNI y el personal civil de cuerpos adscritos a Defensa, con excepción de las pensiones de jubilación, invalidez, muerte y supervivencia que corresponden al régimen de clases pasivas.

Presta una atención relacionada con la asistencia sanitaria, al estilo de la Seguridad Social, a todo el personal de las fuerzas armadas y el instituto armado de la provincia, unas 4.000 personas entre los efectivos que siguen en activo y los ya jubilados. “Hay unos 800 militares y el resto son guardias civiles. Del total, un 30% es mayor de 65 años. La proporción entre el personal activo y el que está retirado es de un 50-50% de estos 4.000”, indica Doncel.

Una de las oficinas de atención al ciudadano en la sede ourensana de Defensa. // IÑAKI OSORIO

Entre las gestiones que lleva a cabo, la administración tramita peticiones de becas y ayudas de estudios y residencias para personal militar y del instituto armado. “Tenemos unas 10.000 personas que en un año son atendidas por consulta presencial o telefónica, una modalidad que ha aumentado más con la pandemia, aunque mantuvimos la atención física. En la parte de gestión de personal, nos encargamos de pensiones o del cómputo recíproco, para que el servicio prestado en filas cuente para la jubilación. Los ciudadanos que hicieron el servicio militar pueden acudir para que se les haga un certificado del número de días que sirvieron a las fuerzas armadas. Aquí también hacemos la revista de armas del personal y hay una parte para la acción social o la gestión de las pensiones de viudas o viudos”, detalla el coronel.

El departamento de los reclutamientos, del que se encarga el subteniente de Infantería José Duque, desempeña más labores que la obvia: da trámite a las instancias de quienes deciden presentarse en Ourense a las fuerzas armadas y la Guardia Civil, pero también realiza una labor informativa para la sociedad, mediante conferencias en centros educativos “para ahondar en el conocimiento de las fuerzas armadas”, resume Doncel.

El subteniente José Duque, con Alejandro Montero, el trabajador que se encarga de ordenar la biblioteca de la subdelegación. // IÑAKI OSORIO

Hay dos convocatorias anuales para intentar ingresar en las fuerzas armadas. “Estamos ahora en la primera, con oficiales, suboficiales y personal de cuerpos comunes que están a la espera de saber el número en el que entran. Del personal de tropa se reciben unas 600 consultas y han solicitado el ingreso unas 150 o 170 personas. Aquí se recogen las instancias, con la documentación y certificados médicos, y las pruebas físicas son en Pontevedra”, explica el mando.

El bombo con el que antiguamente se sorteaba el destino de quien hacía la 'mili'. // IÑAKI OSORIO

La subdelegación cuida la denominada “cultura de Defensa”, es decir, “el conocimiento de las fuerzas armadas por parte de los ciudadanos”. En los últimos años –la más reciente, a principios de junio–, la sede ministerial ha abierto sus puertas a los vecinos con exposiciones sobre algún aspecto del ejército.

“Organizamos conciertos, apoyamos procesiones con la banda de guerra de la Brigada Galicia, conferencias... Y estamos trabajando con la UNED para organizar una especie de seminario para, a través de una serie de conferencias, acercar a Ourense cómo es el funcionamiento de las fuerzas armadas y los problemas de seguridad”, explica el responsable provincial de Defensa.

El coronel Gustavo Doncel y los subtenientes Gonzalo Ferreiro y José Duque, en el patio con naranjos que rodea el edificio. // IÑAKI OSORIO

"Somos mucho más de lo que se ve, estamos ahí para lo que la población necesite"

Con la labor todavía más visible de los militares en la pandemia –apoyo a patrullas en el primer estado de alarma, desinfección de residencias y colaboración en el rastreo de contactos–, “muchas personas han redescubierto que estamos ahí para lo que necesite la población. Las fuerzas armadas somos mucho más de lo que se ve”, señala el coronel.

Él ha sido uno de los militares que, en su larga trayectoria, ha participado en operativos de servicio social como la limpieza de la marea negra del Prestige, o misiones internacionales. Cuando el fuego amenazas pueblos, la UME aparece. En la labor disuasoria contra los incendios en el monte también colaboran los militares. “Cuando hay inundaciones o atentados también colaboran las fuerzas armadas”, destaca.

La labor de servicio público granjea una buena consideración por parte de la ciudadanía, palpable en la provincia de Ourense, según el subdelegado. “Aquí el trato hacia los militares es magnífico. Cuando voy a un acto en representación institucional, vestido de militar por la calle, no tengo ningún problema, al contrario, la gente es muy cariñosa”, destaca.

El coronel Doncel, en su despacho, con los subtenientes Ferreiro y Duque. // IÑAKI OSORIO

La trayectoria del subdelegado

El padre de Doncel fue militar –“empezó de soldado y se retiró como comandante”–, pero el subdelegado, que lleva 41 años en activo y es coronel desde hace 8, asegura que “nunca pensé que iba a ser militar, pero la vida te lleva, y las fuerzas armadas te ofrecen muchas especialidades y destinos en los que prestar servicio. Trabajamos para 47 millones de españoles”.

Estuvo más de una década en la brigada de Pontevedra, en los paracaidistas, en varios destinos en España y también en misiones en el exterior. “Muchos militares de los tres ejércitos han colaborado en el exterior. Yo he estado en Bosnia, Kosovo o Líbano. Esta es una vocación de servicio”, reivindica. A sus 60 años, Gustavo Doncel, que en diciembre cumplirá un lustro al frente de la sede ministerial en Ourense, avanza que “dentro de un año o año y pico, me marcharé para otro destino, o para mi casa”.

Gustavo Doncel, en un balcón de la subdelegación, hacia la céntrica calle del Paseo. // IÑAKI OSORIO

La labor de las fuerzas armadas contra el virus

“España tiene un deber de gratitud con los hombres y mujeres de las fuerzas armadas, que con absoluta disponibilidad han estado con los que sufren, tendiendo la mano a quien fallecía, velando cadáveres en momentos muy difíciles”, destacaba en febrero la ministra de Defensa, Margarita Robles.

En la pandemia, la labor social de los militares se ha hecho aún más visible. Apoyaron a Policía y Guardia Civil en las patrullas, desinfectaron residencias, colaboraron en los rastreos. “La gente ha visto a los soldados de la Brigada Galicia sumando, con 20.000 intervenciones y 5.000 residencias desinfectadas. Aún tenemos 2.400 rastreadores”, señala Gustavo Doncel.

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