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La pospandemia mental: “Hay un auge de consultas en jóvenes de 16 y 20 años”

La unidad de salud mental de Ourense experimenta un aumento de intervenciones en este grupo de edad que antes “era anecdótico” y ahora centra “la mayoría” de las citas

La enfermera Amparo González y la psicóloga Marina González, en el centro de especialidades. | // I. OSORIO

Aislados, centrados en la comunicación virtual y sin socializar. La población juvenil ourensana, y española, ha visto como su rutina se rompía durante los peores momentos de la pandemia. Eso, según dicen las profesionales de la unidad de salud mental del hospital ourensano, afecta. Amparo González es enfermera y Marina González ejerce de psiquiatra en dicha unidad y afirman que “la pandemia ha influido muchísimo, ahora estamos en la pospandemia. Estamos viendo que tenemos un porcentaje de pacientes entre los 16 y 20 años, que antes era bastante anecdótico, pero ahora es la mayor parte de la consulta, ha aumentado muchísimo en la gente joven”.

"Todo ese miedo y esos cambios en la rutina ha tenido su coste"

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Amparo señala que “en la pandemia la gente estaba a lo que estaba. Estaba en modo supervivencia física, no contagiarme autocuidado y aislamiento. Todo ese miedo y esos cambios en la rutina ha tenido su coste. Un coste que mientras estábamos en ese modo fuimos compensando y ahora se nos están acabando esos recursos emocionales. Por lo menos, nosotras lo hemos hablado, se nota más en la juventud. La gente joven ha experimentado una incidencia muy importante en la salud mental”.

Marina señala que “a la gente joven les ha cambiado muchas cosas, justo en la etapa que empiezas a consolidar los grupos a socializar, que empiezas a abrir ese mundo a moverte, ese año se les ha cortado. La pandemia ha tenido una incidencia muy importante. Las rutinas, ir a clases, todo eso lo ha sentido la gente joven y ahora estamos viendo ese coste”.

"Ha habido un cambio en la percepción de ir al psicólogo y al psiquiatra"

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Ir a profesionales para abordar problemas psicológicos ya no es un tabú en la sociedad, sino que se ha normalizado el acudir a estas unidades. Esa es la percepción que tienen ambas de una generación que ha cambiado el estereotipo instalado. Amparo aclara que "ha habido un cambio en la percepción de ir al psicólogo y al psiquiatra. Muchos padres piensa que ‘mi hijo tiene problemas’, veo que le está pasando algo y le dice que vamos al médico. Los mismos padres o las personas más cercanas son ellas los que piden ayuda, y a veces, son los mismos jóvenes los que detectan que pasa algo y piden ayuda”.

A esos familiares que detectan cambios de comportamientos o actitudes en sus hijos, les dicen que “no hay que confundir un malestar anímico con una depresión, pero los mensajes desesperanzadores hay que recogerlos como llamadas de atención.

"La salud mental es fundamental"

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Por ejemplo “para que voy a preparar esto”, “no sirvo para esto”, ese tipo de frases hay que recogerlas como una llamada de atención.es una forma de decir que está pidiendo ayuda”. Inciden en la necesidad de escuchar más y preguntar más sobre esos pensamientos para abordar desde el primer momento y tratar de identificar cualquier malestar, para tratar de tener salud mental. “Es que la salud mental es fundamental y para cuidar la mente muchas hay que tener un cuidado del cuerpo físico, llevar unos hábitos saludables, hacer ejercicio, comer sano, esas cosas que nos parecen banales, pero que es necesario reiterar para que la gente visibilice este tipo de conductas como una forma de bien estar”, explican.

“Ante conductas suicidas, la mejor prevención que podemos hacer es escuchar a la otra persona”

Preguntar en el centro de especialidades por la Unidad de Prevención de Suicidio genera inquietud en el hombre que espera detrás. Amparo y Marina quieren reiterar el mensaje de visibilización de las herramientas y mecanismos que tiene la sociedad ante las conductas autolíticas.

“Si alguien está pensando en este tipo de conducta suicidas, puede llamar a su médico de cabecera o acudir a Urgencias directamente”, dice Marina. Además, existen teléfonos de emergencia como el 112, el 061 o el 717003717 a los que puede llamar cualquier persona que tenga este tipo de pensamientos o ideas.

Las profesionales señalan que “realmente si yo tengo una idea muy fija y estructurada de que me quiero ir, ahí hay que ir a urgencias, pero la única posibilidad es que la persona lo diga. Por eso hay que insistir tanto en que se hable sobre esto, se lo tiene que decir a alguien”.

Romper ese primer dique para que la persona lo exteriorice, sin la necesidad de ser juzgado, supone el primer obstáculo. Para ello, las profesionales señalan que “la mejor prevención es escuchar, pero se puede preguntar indirectamente si está teniendo ideas malas. No hay que tener miedo a la respuesta, porque muchas veces hay miedo a la respuesta y no saber qué contestar. Pero nosotras estamos aquí para ayudar y acudir a los profesionales y especialistas siempre es una opción. Pero si no, escuchar es la mejor prevención”.

Otro factor primordial es el acompañamiento: “Una persona que tiene estas ideas tan drásticas, no puede estar sola, debe estar acompañada y sobre todo que se sienta escuchada, que vea que importa lo que le pasa”. Cuidar el cuerpo, para cuidar la mente y romper el tabú del suicidio a partir de la visibilización de las herramientas para abordar su intervención, ese es el objetivo de las profesionales.

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