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Amancio Moure, junto a su esposa Paz, durante su ordenación ayer como diácono permanente. // I. OSORIO

El hombre casado que también servirá a Dios: “No es incompatible"

Amancio José Moure, de 48 años, se convierte en diácono permanente de la diócesis de Ourense

Tiene 48 años y desde hace 15 está casado; ayer fue ordenado diácono permanente al servicio de la Diócesis de Ourense, en una celebración en la catedral oficiada por el obispo, Leonardo Lemos. Amancio José Moure Lorenzo, esposo de Paz, puede asumir a partir de ahora las mismas funciones que un sacerdote, con la excepción de la confesión y de la consagración de la eucaristía.

El matrimonio no es incompatible con ser un diácono permanente, son dos ministerios de la iglesia. En 2019, había en España 489 y en Galicia, 10, según la estadística de la Conferencia Episcopal Española. En la diócesis de Ourense hay un compañero ordenado con anterioridad diácono permanente, pero él es célibe y yo estoy casado”, explica Moure.

Jurista de formación y docente de religión en el colegio privado Mercedario de Verín, entre sus funciones posibles se encuentran las de dar la comunión, impartir catequesis, leer la palabra o ayudar al sacerdote u obispo en la eucaristía, así como desarrollar el denominado ministerio de la caridad.

“Mi vocación y mi carácter es la de servir a los demás y ayudar a la gente desprotegida”, afirma, por lo que se sentiría realizado desempeñando su labor en Cáritas, Instituciones Penitenciarias, en materia de extranjería o visitando a los enfermos, pero Amancio deja claro que llevará a cabo, con voluntad y vocación, lo que disponga Leonardo Lemos. “Mi destino no lo sé, depende del señor obispo. Estoy en María Auxiliadora actualmente, pero dispuesto a lo que él me ordene”, asegura este nuevo diácono permanente de Ourense.

Para su vocación resultó importante la influencia de sus padres, en primer lugar, y la que recibió en los distintos colegios religiosos en los que cursó sus estudios: la Purísima, Salesianos y Maristas. “La fe la recibí de mi familia y durante mi estancia en los colegios la pude desarrollar. Con la juventud y la madurez te planteas cosas y una forma de vida que, en mi caso, mi mujer, que también es cristiana practicante, comparte conmigo. Sentí la llamada y fui perfilando qué quería hacer”, señala.

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