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La tradición no claudica: gaitas en competición año y medio después

La cantera de la Real Banda de Gaitas de Ourense, el curso preparatorio, ensayando este jueves al aire libre. // IÑAKI OSORIO

Hubo una época, con un boom a comienzos de siglo, en el que un elevado porcentaje de los municipios de la provincia de Ourense contaba con una banda de gaitas. Eran formaciones musicales, que mantenían el latido de la tradición resonando, pero también se convirtieron en mucho más que eso: colectivos que unieron a generaciones, pero sobre todo a los jóvenes, y dinamizaron el rural a través de la cultura.

El movimiento de un estilo determinado de agrupaciones de estilo marcial y de influencia escocesa, adaptado por Xosé Lois Foxo a las raíces gallegas tras su llegada a Ourense de la mano del expresidente provincial Victorino Núñez, ya no es tan numeroso pero sigue existiendo, incluso a pesar de que el COVID ha dado un duro revés.

“Ha sido una situación muy problemática, con una influencia negativa, porque no permitió ensayar con normalidad, primero, ni después hacer actuaciones, por lo que esto conlleva de interrelación social”, asegura el propio Foxo, director de la Escuela de Gaitas y la Real Banda, de la Diputación de Ourense.

Salvados los momentos más duros, y con la esperanza de que la vacunación siga generalizándose para frenar la pandemia, el sector ve en el horizonte una nueva meta para retomar cierta normalidad. Cea, que durante dos décadas albergó la banda de gaitas más laureada de Galicia, acogerá el próximo 3 de julio el Certamen Celtibérico de Bandas de Gaitas. La competición tendrá lugar en el campo de la Saleta.

Xosé Lois Foxo: "Es una evasión, una manera de hacer algo distinto, porque a nivel social hay un bajón moral y esto es un aliciente. Incluso las situaciones de calamidad pueden valer para reforzarnos”

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“Acudirán unas quince agrupaciones, incluido de Asturias, con una participación más reducida que antes, de unos quince integrantes por cada banda, y además con la ayuda del aire libre. Estamos planificando todas las actividades previstas que organiza la Escuela de Gaitas, como este primera fase del Certamen Celtibérico, un campeonato que el año pasado no pudimos hacer desde la primera fase en enero de 2020 en Vilariño de Conso, pero ya no la segunda y terceras fases".

"Además de esto, pretendemos celebrar el último fin de semana de agosto, en el Castillo de Monterrei, la Xuntanza Internacional de Gaiteiros, que sí se celebró el año pasado en el mismo mes. En 2020 se suspendió el festival y feria medieval del Castillo de O Bolo, y la intención es programarlo este año. Estamos intentando recuperar la normalidad”, describe Xosé Lois Foxo. En lo que atañe a la Real Banda, la formación mantiene por ahora “en el aire” un posible viaje al exterior, una de las rutinas anteriores de esta agrupación, para participar en un festival en la República Checa.

Componentes de la banda preparatario de la Escuela de Gaitas, la cantera de jóvenes para la Real Banda de Ourense, ensayando ayer al aire libre. // IÑAKI OSORIO

Integrantes de la banda preparatorio de la Escuela de Gaitas de Ourense, durante el ensayo este jueves. // IÑAKI OSORIO

En tiempos de COVID, los ensayos de las bandas de gaitas deben adaptarse a las restricciones que han regido en cada momento, según el municipio, y a la prudencia como norma compartida que tiene que continuar aunque este domingo decaiga el estado de alarma.

La seguridad absoluta no existe pero actuamos con cuidado. Los ensayos de la banda al completo, con unos 30 integrantes, los realizamos al aire libre y con separación, mientras que en las clases en el interior estamos en grupos de dos en dos o muy reducidos. Para mantener la actividad formativa ampliamos horarios, repartiendo por la mañana y por la tarde cuando antes de la pandemia podíamos tener clases con 20 personas”, señala el director de la Escuela de Gaitas. También se imponen los aforos reducidos en las visitas al Museo da Cornamusa. “Si antes teníamos visitas de 30 o 50 escolares de los colegios, ahora vienen y entran de dos en dos”.

Un ensayo en grupo reducido y con medidas, con dos intérpretes con el organistrum. // IÑAKI OSORIO

Excepto durante el confinamiento estricto de la primera ola de coronavirus, en la primavera del año 2020, “mantuvimos la actividad de forma semipresencial, compaginando la enseñanza online con la presencial”. En las pasadas navidades, la Real Banda de Ourense ofreció un concierto de Reyes para el que tuvieron que ensayar “como pudimos, a pesar del frío”. Eso, el trabajo en el exterior con la banda al completo, la condición más segura mientras la inmunidad de grupo no llegue, dificulta las sesiones de preparación.

“Las gaitas se desafinan, se escucha peor por el ruido de la calle y el aire, y en ocasiones hace frío. Las circunstancias son más complicadas para un trabajo que es delicado. Es como llevar una orquesta de violines al aire libre. Ahora estamos ensayando una égloga operística, prevista para ejecutar al aire libre para dos horas, y nos cuesta mucho más hacer un ensayo en estas condiciones”, expresa Foxo.

La banda preparatorio, la cantera de la Real Banda de Ourense, forma en un círculo durante un ensayo. // IÑAKI OSORIO

Hay dificultades, y el COVID ha impedido actuar a las bandas, pero la tradición de la gaita no claudica. “Se valora más incluso, esa es una sorpresa que nos llevamos. Es una evasión, una manera de hacer algo distinto, porque a nivel social hay un bajón moral y esto es un aliciente. Incluso las situaciones de calamidad pueden valer para reforzarnos”.

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