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“La educación mayoritaria es patriarcal”

El centro de información a las mujeres de Ourense atiende a unas 200 al año, a pesar de su escaso personal | La pandemia y la crisis empeoran el contexto de las víctimas

Chus Vázquez y Malena de Jesús, la directora del CIMM, con un cartel del 25-N. | // IÑAKI OSORIO

Poesía y manifiestos contra la violencia A las 12 del mediodía, en la Plaza Mayor, un minuto de silencio recordará a las víctimas de la violencia machista, a las asesinadas y las supervivientes. Al finalizar se leerá un manifiesto. Media hora antes, la Diputación presentará en Cachamuíña (Pereiro) el proyecto para construir el Parque da Igualdade. En la Subdelegación del Gobierno, también a las 12, se guardará un minuto de silencio, se leerá un manifiesto y habrá una lectura poética contra la violencia, con la colaboración del Círculo Poético Ourensán.

“Las mujeres que nos llegan ahora para una primera atención no es que tengan ya los problemas complejos de antes, sino que se multiplican por tres o por cuatro. A la violencia que pueda haber en su casa se unen las frustraciones añadidas y el estado de incertidumbre por la pandemia, y eso supone una bomba de relojería”. María Elena de Jesús es la psicóloga y la directora del Centro de Información Municipal ás Mulleres (CIMM) de Ourense, que atiende a unas 200 al año (el número de usuarias del servicio se acerca a 170 a estas alturas). Solo son cuatro las trabajadoras de este recurso público, casi el mismo personal que en 1988 pese al aumento de las competencias, los cambios legales –el principal, la ley integral contra la violencia de 2004– así como las necesidades de las víctimas.

“Las problemáticas son cada vez más complejas, todavía más después de la crisis de 2008 y de la que viene ahora. Debería atenderse a un ratio de población. ¿Cómo una ciudad como Ourense puede tener el mismo personal que municipios de mil habitantes?”, expone la directora. El decreto autonómico de 2016 exige que los CIMM, más de ochenta en toda Galicia, dispongan de una psicóloga, una jurídica y una directora, un cargo que puede compatibilizar cualquiera de las dos primeras profesionales, de las que una no tiene por qué ejercer a tiempo completo. “Así no puede funcionar un CIMM, así no puede funcionar un Concello dando respuesta a la violencia de género. Para prestar una atención integral no puedes contar solo con una jurídica y una psicóloga [en el CIMM de Ourense trabajan además dos administrativas], sino que habrá que contemplar también una educadora o agente de igualdad así como una trabajadora social. La educadora social se jubiló hace cinco años y el puesto no se ha cubierto”, incide la psicóloga.

Las mujeres llegan en su mayoría desde la comisaría o el cuartel, tras presentar denuncia, aunque en este recurso también se asiste a mujeres con riesgo de exclusión o una vulnerabilidad, problemas motivados no solo por la violencia machista.

Las usuarias del CIMM reciben apoyo psicológico, acompañamiento en el proceso, así como información sobre sus derechos jurídicos, las vías de inserción laboral, las posibles ayudas económicas a su alcance y, en general, los recursos disponibles para cubrir sus necesidades básicas y abandonar la espiral de la violencia.

Una parte, que no trabaja o tiene solo ingresos precarios, necesita dinero para poder emanciparse de su agresor. Las profesionales desmontan los bulos, que propician la ignorancia y los prejuicios. “La mejor ayuda posible, la de la Xunta de Galicia, dura un año y es de 600 euros, a los que se suman 50 por cada hijo. Un alquiler en Ourense cuesta una media de 400 euros, más los gastos corrientes, más comer, más vestir a los niños, más los gastos derivados del colegio... Después de esa ayuda, con suerte, tal vez tengan derecho a la Renta Activa de Inserción, que son 430. Quien piense que esto es una pensión vitalicia... No, es una miseria, una limosna institucional, y en estos momentos hasta la puerta de la economía sumergida está cerrada”, subraya esta experta.

Todas las edades y estudios

“Llevamos casos de mujeres que sufren violencia y tienen estudios básicos pero también las hay con doctorados, de todas las edades, incluso menores. En este grupo, de hecho, aumentó la violencia porque se está normalizando”, advierte Malena de Jesús.

“Hay esa especie de fórmula mágica que se repite como un mantra: la clave está en la educación. En la que tenemos hoy desde luego que no, porque se basa en el uso de la violencia. A lo mejor no en la de pegar a una compañera pero sí en otras más sutiles y verbales, la psicológica, los chistes que contribuyen a cosificar a las mujeres. Los valores que se transmiten a través de la educación son patriarcales, puros y duros. Así que la educación sí, pero otra forma, no la mayoritaria que se está haciendo en estos momentos. Preparará para un mercado, para tener empleados que se limiten a trabajar y a no reivindicar nada; prima el individualismo de ser el primero, a lo mejor en eso sí funciona”.

Al contrario de lo que parecía vaticinarse cuando comenzó el confinamiento, el año de la pandemia no ha aumentado el número de víctimas, al menos no de las que acuden al centro de la mujer, sin olvidar que en la reclusión en casa aumentaron de forma destacada las consultas al teléfono gratuito 016. Las cifras a estas alturas son similares, pero el contexto de fondo no. La tensión colectiva por el covid y la segunda crisis en una década empeoran las circunstancias.

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