La pandemia ha restado color a casi todo y ahogado u ocultado las sonrisas debajo las mascarillas. Pero las miradas son elocuentes y transparentan las emociones, como las de decenas de pequeños que, sobre todo ellos, disfrutaron ayer del desfile de músicos tradicionales por los barrios de la ciudad, con un recorrido además de nueve cabezudos en la ruta de la zona centro. A mediodía y al atardecer, la iniciativa cultural insufló algo más de alegría en las calles. Risas, juegos, saludos a distancia o con los codos y algún susto entre los niños, los que han demostrado una mayor capacidad de adaptación y de respeto a las normas contra el Covid-19, los que dan ejemplo a diario, quienes sostendrán el futuro tras esta experiencia ingrata en la infancia y que ayer celebraban más la posibilidad de olvidar la pandemia un rato.
La Concellería de Cultura programó la actividad de espectáculos musicales de calle para hacer menos triste el día del patrón de la ciudad, el San Martiño, la fecha principal de un Magosto atípico, casi confinado por el coronavirus. Un total de trece formaciones musicales llevaron la música por la capital de As Burgas de forma itinerante, para evitar aglomeraciones e intentar llegar, al menos con los ecos hasta la ventana, a la mayoría de ourensanos. Padres e hijos, familias convivientes, aprovecharon para dar un paseo y disfrutar de la actividad.
Participaron en el espectáculo de calle, además de los cabezudos, las formaciones musicales Os Lubicáns (Ourense), Os Viqueiras de Ordes –con dos formaciones–, De pé feito (Ourense), De par en par (Ourense), O gaiteiro de Poio (Santiago), Airiños de Caldelas (Castro Caldelas), Pandereteiras de Celavella (Celanova), Os Daniñas (Ourense), Os Carunchos (Vigo), Os Carapaus (Santiago), Gaitas de aquí e de alá (Ourense), así como Faíscas da Pontagra (Santiago). El pasacalles recorrió, desde las 12 y las 18 horas de ayer, el centro, la ciudad vieja y los barrios de A Ponte, O Couto, Mariñamansa, A Cuña y Barrocás.
