"A mi compañero Alberto Fornos lo asesinaron por escribir, lo mataron por opinar. Escribía y opinaba porque aunque viviese de otra cosa era periodista sin medio y también sin miedo", detalla el cronista Santi Montes, que administra en la red social Facebook el grupo de la promoción 1996-2000 de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Santiago. El emigrante ourensano, natural de Beariz y de 42 años, fue abatido el miércoles cuando se subía a su coche a las puertas de su hotel -emprendía en el sector hotelero, siguiendo los pasos de su padre-, en el municipio de Zapopan, estado de Jalisco. La familia, a través del tío abuelo y concejal en Beariz, José Balboa, ya apuntó a ese mismo móvil del crimen en una conversación, anteayer, con este periódico. "Él escribía muy bien y sin miedo, y a los narcos les daba por todos sitios en FacebookFacebook. Fue una vendetta en sentido de: 'A este tío hay que callarlo".
"Su muerte [prosigue Montes en la red social] nos golpea y duele hasta la médula. Su valor nos hace sentirnos privilegiados de haber compartido con él los inicios de esta profesión tan bonita, tan complicada y tan necesaria, que siempre tiene enemigos cuando se hace bien". "Han matado a un hombre, a un padre, un marido, un periodista. DEP", concluye, en honor a Fornos, que a sus 42 años cumplidos a principios de enero deja padre, madre, dos hermanos, pareja y un hijo de dos años y medio.
Todos los compañeros lo recuerdan con gran cariño por haber sido una persona divertida, afable y culta. Los docente destacan a Alberto Fornos como "un gran alumno". Estudió la carrera en Santiago y regresó a Beariz por última vez en el verano de 2018, donde solía pasar vacaciones en agosto, coincidiendo con la fiesta patronal del 15 de agosto. México "le dio y quitó la vida", en palabras de su madre Mari Carmen, que recoge la agencia Efe.