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Un hombre sobre un carro cargado de hierba, ayer, en el pueblo de As Raposas (Esgos). // Brais Lorenzo

La crisis demográfica de la Galicia interior

Ourense merma: 41 de 92 municipios tienen un tercio menos de habitantes que al inicio de siglo

Todos los concellos de la Ribeira Sacra, afectados por la sangría demográfica, miran a la declaración de la Unesco como una oportunidad -Solo 7 municipios tienen más habitantes que en 2001 y Barbadás lidera el aumento: un 64,4% más

La investigadora María Pilar Burillo cartografía la despoblación, uno de los principales problemas territoriales de España. La experta define la pérdida extrema de habitantes como 'demotanasia', la suma de 'demos' (población) y 'tánatos' (dios de la muerte pacífica). Ourense es una de las provincias más afectadas por la sangría demográfica. Según las cifras oficiales de población, publicadas por el INE, el censo cayó un 10,7% en lo que va de siglo, desde los 344.623 habitantes de 2001 a los 307.651 de 2019. Cuarenta y uno de los 92 municipios de Ourense tienen en la actualidad un tercio menos de habitantes que al principio del siglo XXI.

En cinco de ellos ha desaparecido el 40% de la población, o incluso más, entre 2001 y 2019. En lo que va de siglo han mermado Chandrexa de Queixa (-48,4%), Montederramo (una caída de un 43,8%), Parada de Sil (-40%), San Xoán de Río (-47%) y A Teixeira, un 45,1% menos. Solo siete municipios de Ourense tienen más habitantes en la actualidad que en 2001. Son Allariz (un 19,6% más), O Barco (+3%), O Carballiño (+12%), Pereiro de Aguiar (+22,5%), San Cibrao das Viñas (+48,7%), Verín (+3,6%) y, especialmente, Barbadás. Este municipio aledaño a la ciudad es una feliz excepción en Ourense, con una de las medias de edad más bajas de Galicia y un incremento del censo del 64,4% en lo que va de siglo: de los 6.712 vecinos de 2001 a los 11.037 de la actualidad.

Los años de vino y rosas en el sector de la construcción empujaron la captación de habitantes en este concello, con un precio por metro cuadrado inferior al de la ciudad que activó la expansión urbanística de A Valenzá, un barrio más de Ourense en la práctica, unido a la ciudad por la calle Marcelo Macías. Pero el precio de la vivienda ya no es la razón de que Barbadás crezca, asegura el alcalde, Xosé Carlos Valcárcel (PSdeG). "La proximidad a la ciudad ayuda, pero A Valenzá y Barbadás tienen vida e idiosincrasia propias. Se ha potenciado el comercio de proximidad, se mejoraron servicios y se han creado otros, como el centro de información a la mujer".

El regidor destaca la ampliación de horas y días de atención en la ayuda en el hogar, y el bono de hasta 100 euros al mes para que familias sin plaza en la escuela pública puedan llevar a sus hijos, al menos, a guarderías privadas de la localidad. "Además se han acometido importantes mejoras en los parques y existe una actividad cultural propia, con una programación intensa". Valcárcel también ve efectivas las ayudas "en concurrencia competitiva" para asociaciones y entidades vecinales, culturales y deportivas. "Tenemos unas escuelas deportivas municipales con unos 400 usuarios, y en la escuela de música hay casi 200 alumnos". Ayer, vecinos de Barbadás expresaban su malestar por la subida por parte de la Xunta del precio del transporte entre A Valenzá y As Lagoas, en Ourense: de 1,2 a 1,5 euros con el año nuevo, tras el cambio de contratista.

Mientras la capital ha perdido un 3,5% de su censo entre 2011 y 2019, otro de sus municipios limítrofes destaca entre los que ganan población. San Cibrao das Viñas tiene 5.405 habitantes, un 48,7% más que al inicio del siglo XXI. El alcalde, Manuel Pedro Fernández (PP), considera fundamental que las viviendas e impuestos como el IBI o de circulación sean más baratos que en Ourense. El municipio desea que el transporte urbano llegue a su territorio, pero antes es preciso que la ciudad renueve el concurso público de movilidad. El gran tirón es la industria, su motor. Alberga dos polígonos -10.000 trabajadores en el de San Cibrao y 1.000 en el de Barreiros- así como el Parque Tecnolóxico de Galicia. El regidor no se conforma. "Hay margen de mejora, aquí hay futuro y podemos seguir creciendo. Un ejemplo: en la campaña de Navidad hicimos regalos para niños censados de 0 a 10 años. Son más de 460".

La buena situación en estos municipios no es la tónica habitual. En el sur de la provincia -salvo Verín-, en el este y en la montaña la crisis demográfica se agrava. Incluso donde hay brotes verdes la mirada panorámica devuelve pesimismo. Arnoia destacaba ayer que, gracias a políticas de conciliación, mejoras en el colegio y en la guardería, así como el programa EmprendOU de la Diputación, es "el único municipio de la comarca de O Ribeiro que rompe la tendencia general de pérdida de población". Pasó de 995 a 1.000 habitantes, pero son 241 menos que en 2001 (un -19,4% en lo que va de siglo).

Atractivo turístico

El atractivo turístico no basta por ahora para parar la sangría en territorios como la Ribeira Sacra, donde todos los municipios ourensanos sufrieron una importante caída del censo entre 2001 y 2019: un -35,9% en Castro Caldelas, un -15,3% en Esgos, un 43,8% menos en Montederramo, un -23,8% en Nogueira de Ramuín, un 40% menos en Parada de Sil, un -29,2% en A Peroxa así como un 45,1% menos en A Teixeira (el municipio menos poblado de Ourense, con 316 habitantes) y un -32,2% en Xunqueira de Espadanedo. Pereiro de Aguiar, que ha pedido su reingreso en el consorcio de la Ribeira Sacra, sí crece: 22,5% más de vecinos desde 2001.

Porque la deseada declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, sumada a la aspiración a convertirse en Reserva de la Biosfera, se presentan como una oportunidad para revertir la crisis demográfica, para que el turismo sume y fije población. Así lo ve Antonio Rodríguez, alcalde de Montederramo por el PP. "Puede ser excelente para, al menos, ayudar a que la población no baje más". El regidor advierte de que, pese a iniciativas de las administraciones como la puesta en marcha próximamente de una casa nido para ayudar a conciliar a familias con hijos, atajar el problema demográfico "no es nada fácil. Es un mal generalizado de toda la Galicia interior, por la emigración, porque los pueblos se vacían y es muy difícil que la gente vuelva, porque no hay industrias. Este es un municipio eminentemente ganadero, el censo de ganado subió pero hoy en una sola explotación hay más animales que los que sumaban antes todos los vecinos", retrata.

El alcalde de Parada de Sil, Aquilino Domínguez (PSdeG) se muestra esperanzado con el tirón del turismo en un municipio situado en el corazón de la Ribeira Sacra, donde residen en la actualidad 538 vecinos, un 40% menos que en 2001. "Se está intentando crear vida, con proyectos sólidos y sostenibles, no con grandes mítines en los que hacerse la foto antes de volver a las ciudades a vivir", dice, crítico. "La declaración de patrimonio mundial evidentemente nos va a ayudar porque va a generar riqueza en el rural". El regidor asegura que Parada de Sil, "gracias al turismo y a ser el corazón de la Ribeira Sacra, estamos sentando una base sólida de creación de riqueza, que es el ABC a la hora de fijar población".

El ayuntamiento está rehabilitando un núcleo de 5 viviendas que quiere poner en alquiler antes del próximo verano "para gente que venga a trabajar a Parada de Sil". También se implantará un punto de atención a la infancia "con la idea de que las familias jóvenes puedan tener dónde dejar a sus hijos, favoreciendo la conciliación familiar". Domínguez prevé un aumento de visitantes que se multiplicaría con la declaración de la Unesco. Y pide a Xunta y Diputación financiación para mejoras básicas en las vías de comunicación: "Necesitamos crear la infraestructuras necesarias para que no haya un caos circulatorio".

Ante un territorio que se vacía urgen soluciones. Perder población es ver morir la vida. Como escribió Elvira Lindo en El País, en enero de 2018, la 'demotanasia' es el "proceso por el cual la población se esfuma, lenta y silenciosamente, por la mala acción política o por la ausencia de ella. Y con la marcha de los paisanos desaparecen los oficios, la gastronomía peculiar, los acentos locales, los cultivos propios, en resumen, la cultura milenaria que muere de raíz, porque no existe un relevo generacional, y nadie piensa que lo vaya a haber".

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