El cuento sigue. Casi todos los medios (radio, prensa, TV) y algunos programas con sus tertulianos más audaces e incisivos, comentan en todo tiempo y lugar la noticia que toca. Puede ser de cualquier clase. Sirve igual una boda que un funeral. Lo importante es que tenga jugo para exprimirla convenientemente y mantenga la atención de la gente. Esa misma gente es la que buscan los políticos, para darse su baño de popularidad hasta arrastrarse, a fin de que les sigan votando. Los precios, sin freno, suben de forma alarmante. A pesar de la dificilísima situación económica, nuestros políticos no se ponen de acuerdo. Ni parecen tener intención de hacerlo. Más bien ahondan en sus diferencias y se lanzan pullas entre ellos, o se insultan directamente. Hablan de todo menos de los problemas que deben resolver, que viene siendo su trabajo. El Gobierno que nos gobierna tiene varias cabezas, como las hidras, cada una de ellas lanza un invento diario, y se les llena la boca hablando de las ayudas que reparten, como la bula a cambio del voto. Todo ello después de freírnos a impuestos a todos y pedirnos austeridad, pero sin renunciar a sus propios lujos y derroches, por supuesto. En este último caso se perdonan a sí mismos. Fin.