Esta ciudad nuestra se ha convertido en una campo de minas caninas, que nos obliga a caminar mirando al suelo, si no queremos llegar a casa con un regalito en nuestros zapatos. Esto es extensivo al parque de Castrelos y su prolongación el paseo del Lagares. Como el tema me llamaba la atención, consulté el número de perros censados en Vigo, y la cifra asusta: 46.000, el doble que niños.

Podremos suponer el volumen de defecaciones y orines que esos 46.000 perros depositan en nuestras calles, todos los días, y creo que varias veces al día.

Y ahora una reflexión, de quién fue la idea de que los perros, ellos no tienen la culpa, hicieran sus necesidades en la vía pública y no en la casa de sus propietarios, como lo hacen nuestros nietos por ejemplo. Todo sería cosa de ponerse, ¿no?