Ahora que la plaza de Don Bosco va a quedar genial estaría bien cuidar el patrimonio arquitectónico. Me refiero a preguntarse por qué está adosada al muro de un edificio. Y si compete, embellecer ese muro. Preguntarse también por la posibilidad de liberar la fachada principal. Hacer una plaza. El arquitecto madrileño Sagarda lo planteó como un edificio neogótico. Y lo es. Pero mal tratado. A pocos metros, en Ecuador hay otro edificio de culto con valor patrimonial. Entramos en el mundo del arquitecto Cominges. Se conserva más o menos. Pero uno de sus portones de piedra es utilizado como garaje. Sellado de grafitis. En declive. Siguiendo el mundo de Cominges y entrando en la nueva y flamante Travesía de Vigo, existe otro edificio suyo, Fátima. No lejos de la nueva estación y el futuro Halo. Y el edificio muestra un valioso torreón, pero el entorno desmerece. Hay un muro de hormigón donde debería haber una plaza de encuentro. La plaza de Santa María de Vigo tiene mucho movimiento y muy buen ambiente debido a que permite quedarse. Todo lo que le falta a las otras. Si Sagarda y Cominges hicieron estas arquitecturas fue para ser comprendidas, no asfixiadas. Las iglesias hace tiempo que son arquitectura, patrimonio y grandes plazas y menos religión. Es muy fácil irte a Praga, Florencia o Getafe, ver todas sus arquitecturas y no tener ni idea de las tuyas. Y despreciarlas, claro. Sabes quién ideó Il Duomo de Milán, pero no te suenan los arquitectos del García Barbón , Don Bosco o el puente de Rande.