Yo tenía un compromiso; lo tengo. Les había dado mi palabra, tanto a mi madre como a mi hermano Telmo, de que cada Navidad les escribiría dándoles las gracias por lo maravillosas que fueron siempre esas fiestas gracias a ellos. ¡Cómo nos las hicieron vivir!...

Y cada año lo hago y, de alguna manera, había “comprometido” a FARO DE VIGO, en cumplir mi palabra. La verdad es que este año fue el primero en muchos, que FARO no “cumplió”, yo escribí y la envié, pero no se publicó. Y me quedé con la duda de que ellos, mi familia, no la recibieran.

Pero di mi palabra y la palabra dada es una obligación contraída, es una promesa, que hoy ya sé que no se estila, visto lo visto, pero a mí me inculcaron otra cosa y, si no la cumplo, no estoy cómoda

Pero la pandemia ha cambiado nuestras vidas, nos ha separado de nuestra familia, de nuestras amigas, ha transformado todo. Casi no salimos, no compramos y cuando lo hacemos, todo por internet, dejando desamparado al pequeño comercio. Trastocó lo cotidiano y cuando esto acabe, si acaba algún día, nada volverá a ser como antes.

Por esto y mucho más, no quiero perder esta pequeña y entrañable costumbre, deseo seguir escribiéndoles para darles las gracias por su generosidad, ejemplo de vida, y porque hicieron de estas fiestas uno de los recuerdos más maravillosos de mi vida.

Pero lo más de lo más, las miles y miles de personas, las mejores de esta generación, a las que nunca se las pudo llorar ni calcular su número, y se fueron soliñas sin poder agarrar su mano, esa mano que tanto hizo y tanto dio...y aún se sigue esperando un perdón por la pésima gestión

Si esta carta la publican, no importa que la Navidad haya pasado hace ya unos meses, tanto mi madre como Telmo lo entenderán, entendían casi todo y en un tiempo muy distinto, en el que no era tan fácil entender y ellos lo hicieron.

Gracias. Os quiero y jamás os olvidaré.